En la sección de “Tribuna
abierta” del HOY del domingo pasado, Marcelino Cardalliaguet responde a la
“Ventana” del 7 de noviembre,
titulada “El converso”, en la que yo
le aludía. Lo hace correctamente y con respeto, como corresponde a un hombre de
su formación y cultura, por lo que no podría ser de otro modo, pero hay una
serie de puntualizaciones que yo quiero hacer a su respuesta, también para
claridad de mi primera alusión, que fue totalmente respetuosa, pero que yo creo
que él no ha entendido del todo. Si él fue oficial instructor del Frente de
Juventudes y hoy es socialista son dos cosas que me tienen sin cuidado y cada
cual es muy quien de tener las ideas que guste. Si yo hice una alusión a su
pasado, respetuosa y que él no me desmiente, era para demostrar que según los
tiempos cada cual nos comportamos de manera distinta, yo le llamé “converso”, por no citar la otra palabra
más hiriente ya que yo no quería herirle inútilmente y porque el dudar y
rectificar es muy humano. Lo que yo quería aclararle y no me entendió es que
los tiempos han variado y esto lo tenemos que asumir democráticamente; si cambiamos
nombres y descolgamos retratos nos estamos comportando dictatorialmente como
hicieran los franquistas de los que él procede (como tantos españoles más,
porque 40 años de historia no se saltan de un brinco) pero aquéllos nunca
negaron estar en una dictadura y tenían la justificación de salir de una guerra
como vencedores. Si hemos llegado a una democracia en paz no es para suprimir
lo que se puede de lo anterior, aunque él confiese que quiere olvidarlo, pero
habrá españoles que no quieran y a éstos les encantará ver el nombre de “Alférez Provisional” en la plaza. La
democracia tiene estos inconvenientes de asumir lo de los otros, aunque no nos
guste, y evitar lo que huela a revancha de los vencidos en la guerra civil. Y
ese cambio de nombre huele lo suyo.
Diario HOY, 13 de noviembre de 1985
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