jueves, 11 de enero de 2018

El Antruejo y las Cencerradas


Para el escritor que fue en su tiempo Tomás Martín Gil, del que no han quedado más que una serie de artículos dispersos en publicaciones de su época y sólo algunos recogidos en un delicioso librito, lo del “Antruejo”, que se celebraba en toda la Alta Extremadura, eran prácticamente las fiestas de Carnaval, que de muy antiguo tenían aquí un carácter propio.
Es curioso saber que, unido a esas fiestas y a las de Carnaval en general había lo que se llamaban “cencerradas”, que era el organizar el escándalo tocando grandes cencerros y armándole todo el ruido que podían a las parejas que se atrevían a casarse en Carnaval. Pues bien, aparte de lo que dice Tomás Martín Gil, puedo agregar que esas “cencerradas” estaban reguladas e el Fuero de Cáceres, que recogía todas las costumbres y prácticas autorizadas al vecindario y ésta era una de ellas, que podía darse a la viuda que volviera a casarse, a las parejas que contraían nupcias en edad madura, a los matrimonios con mucha diferencia de edad entre los contrayentes y en otras varias ocasiones en que los “cencerrados” no tenían más remedio que aguantarse con el escándalo público y el ruido, porque esa era la ley que recogía el Fuero, y la autoridad no tenía más remedio que permitirlo, procurando sólo que el asunto no llegara a mayores y no se pasara del ruido y el “pitorreo” a los mamporros, aunque consta que casi siempre esas prácticas acababan en agresiones en las que necesariamente tenía que intervenir la autoridad.
Por extensión, las cencerradas se contemplaban también en los carnavales de los pueblos de nuestro entorno, porque en definitiva era una forma —aunque fuera bestia— de divertirse el pueblo y porque la educación cívica del siglo trece, que es la fecha del Fuero de Cáceres, era totalmente distinta de la actual.
Diario HOY, 11 de febrero de 1986

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