Pasaremos a hablar hoy de una curiosidad histórica. Dos ilustres
militares del siglo XVII, ambos soldados de los Tercios de Flandes, fueron los
que trajeron a Cáceres las reliquias de santos que existen o existieron en la
parroquia de San Mateo, de la que fueron feligreses.
Uno de ellos fue Alfonso Ballesteros, teniente de los Tercios, que
encontrándose en Bruselas durante las guerras religiosas ayudó en una de las
Iglesias, ya que era hombre muy piadoso, a recoger los huesos y reliquias de
los santos que habían esparcido por el suelo los agresores y por la confusión
en que las habían dejado no se sabía a qué santos pertenecían cada una de
ellas, aunque estaba probado y así constaba en los registros del templo, que
habían pertenecido a las once mil vírgenes; San Reinaldo, obispo de Grecia; san
Leonardo, San Quintiliano, San Bernardo, Santa Catalina y San Crisógono. Como
llamó la atención el cuidado con que nuestro paisano Alfonso Ballesteros
realizaba la selección y, estimándolo digno de guardar tal tesoro, se lo
donaron y él, a su vez, los donó a su parroquia en Cáceres, donde figuran juntos
con los que trajo el otro feligrés.
Este otro feligrés se llamaba Luis de Ávila y era sargento mayor de
los mismos Tercios de Flandes, y consiguió unas reliquias a través del
archiduque a quien servía, que fueron donadas a la Iglesia de San Mateo en
1607.
Diario HOY, 10 de febrero de 1986
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