En nuestro Ayuntamiento nunca ha estado muy claro cuáles son o no sus
verdaderas propiedades, eso que suelen llamarse bienes de propios. La cosa
viene de muy antiguo y está tan enrevesada que parece ser ha habido interés
secular en que así sean las cosas y el Ayuntamiento, o los que lo forman en
cada momento, no sepan exactamente cuáles son sus verdaderas propiedades.
En lo antiguo, estas propiedades se apuntaban en el llamado “Libro de Becerro”, del que el escritor
local Publio Hurtado, allá por el año 17, decía que habían comenzado a faltar
hojas de él y posteriormente acabó desapareciendo el libro completo, pensando
el escritor que ello era debido al interés que tenía alguien, que disfruta como
suya alguna finca municipal, de que no se conociera el hecho y continuar
disfrutándola. En definitiva, por una cosa o por otra, el libro continuó
perdido hasta que siendo alcalde Alfonso Díaz de Bustamante se lo devolvieron
en secreto de confesión, con lo que nos quedamos con las ganas de saber quién
lo había tenido secuestrado todo ese tiempo. Pero no es este el caso, sino que
ahora que esas propiedades no se apuntan en un solo libro, ahora que hay otros
métodos para conocerlas, nuestro Ayuntamiento sigue equivocándose, como es el
caso del arreglo de la calle particular entre las de León Leal y Ronda del
Carmen que tomó por propia, y otro relativamente reciente y al que se echó
tierra en su día, como fue el construir un grupo de viviendas en terrenos que
no eran suyos, sino de unos frailes a los que hubo de indemnizarles con otros
terrenos y silenciar el planchazo.
En el tiempo en que Jacinto Lucas fue concejal, fue uno de los pocos
que se tomó en serio el poner todo esto en claro, pero se le acabó el “mandato” y no pudo rematar la obra, que
sigue inacabada como la sinfonía de
Schubert.
Diario HOY, 8 de noviembre de 1985
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