Vamos a tratar hoy de una curiosidad histórica relacionada, si no con
nuestra tierra, sí con alguien que tuvo mucha vinculación a ella: el célebre
Jeromín de Cuacos, convertido después —y precisamente en Yuste— en el don Juan
de Austria que dio gloria a España y al mundo occidental en general siendo el
capitán que ganó la batalla de Lepanto para gloria de la cristiandad de aquel
entonces.
Don Juan de Austria murió muy joven en plena gloria, por lo que la “leyenda negra” le achacó a su hermano el
rey Felipe II el haber tenido arte y parte en dicha muerte, llegándose a
afirmar que le había envenenado o había mandado envenenarle. La investigación
histórica posterior está poniendo en claro lo gratuito de muchas de las
afirmaciones de esa leyenda negra, y no está demás que hoy nos dediquemos a
explicar cómo murió realmente este héroe, que por cierto no murió muy
heroicamente.
Don Juan de Austria, el insigne héroe de Lepanto, murió de una operación
de almorranas hecha por los cirujanos de aquel entonces que eran unos
verdaderos carniceros. El caso lo narra en su libro de “Cirujía” Daza Chacón, otro médico de la época, argumentando que es
mejor para la cura de almorranas el emplear sanguijuelas que lanceta, ya que “alguna vez —dice el libro— es causa de repentina muerte como ocurrió al
serenísimo don Juan de Austria, el cual vino a morir miserablemente a manos de
médicos y cirujanos porque consultaron darle una lancetada en una almorrana, y
proponiéndole el caso, respondió: “Aquí estoy, haced lo que quiséredes”.
Diéronle la lancetada y sucedióle luego un flujo de sangre tan bravo que con
hacerle todos los remedios posible, dentro de cuatro horas dio el alma al
Criador”. Esto es lo que dice el libro, que se extiende después en la forma
que el autor hubiera tenido de curarlas sin peligro, pero que nos viene a
aclarar ese dato preciso y precioso, aunque no muy digno para la muerte de un
héroe cual es el que don Juan murió simplemente de almorranas mal operadas.
Diario HOY, 10 de noviembre de 1985
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