Alfonso Vera y Vega, presidente de la Sociedad Española de Ovinotecnia
que ha celebrado sus décimas jornadas nacionales en Cáceres, decía en unas
declaraciones a HOY que la entrada en el Mercado Común se había firmado como en
barbecho y que para los hombres de la agricultura, esta entrada era al menos
problemática porque, si era cierto que en la llamada “agricultura de montaña” la Comunidad aporta un 25 por ciento para
su mejora, lo hace si el Estado de turno aporta el 75 por ciento restante, que
es lo más problemático porque lo difícil será convencer a nuestro Estado de que
aporte ese 75 por ciento, con lo que la pelota sigue estando en el tejado y no
hay panaceas con la entrada en la CEE, sino que persiste el dicho de “Ayúdate y te ayudaremos”.
La verdad es que nada nuevo aportaba este razonamiento, aunque con él
Alfonso Vera pusiera el dedo en la llaga, puesto que nuestro pueblo dice y
repite una y otra vez que “nadie da duros
a cuatro pesetas”, lo que en todos los órdenes, sobre todo industriales y
de negocio, de la vida, es una verdad como un puño. A mí, personalmente, lo que me duele es esa forma nueva de timo a
la ilusión que nuestro pueblo viene sufriendo una y otra vez a todos los niveles
y que nos está convirtiendo en un pueblo receloso y escéptico. Es el político
que, por vivir bien él, promete la luna al pueblo y le engaña; es el “hombre
de empresa” (o de presa) que nos monta un tinglado para alcanzar unas
subvenciones y ayudas y, conseguidas éstas, se larga y nos deja tan “desindustrializados” como estábamos
antes y, lo que es peor, con el mal sabor de boca de que hemos sido timados
colectivamente y se nos ha matado la ilusión que habíamos puesto en todo. Cierto
que nadie da duros a cuatro pesetas, pero hay timos colectivos que deberían castigarse
en función de la ilusión que matan.
Diario HOY, 8 de diciembre de 1985
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