Casi sin que nadie se entere acaba de ser enterrada en Hervás
Magdalena Leroux, viuda de Enrique Pérez Comendador. Ella, que fue en mucha
medida el alma de Enrique, se reintegra a la tierra de Hervás que ya da cobijo
a su marido hace algunos años. Magdalena ha muerto en Madrid y, por su expreso
deseo, ha sido enterrada en Hervás, donde hubo capilla ardiente en el
Ayuntamiento y rezos casi en intimidad, sin mucho ruido, como fue la propia
vida de Magdalena, puesto que ella era una artista con brillo propio que prefirió
brillar más como mujer del escultor y como amor de su vida, que como estrella
protagonista, porque ella vivió por y para Enrique al que sacrificó su propia
carrera, aunque tengo para mí que en la obra de Enrique había un alto
porcentaje de la de Magdalena. Pero ello no quita para que los extremeños en
general y los cacereños en particular le debamos mucho a Magdalena por haber
sido precisamente una extremeña de
corazón aunque hubiera nacido en Francia. El lugar de nacimiento no se elige,
pero el de reposo tras la muerte sí, y el cariño de Magdalena Leroux, que ya se
había quedado en Extremadura al unirse a Enrique, se ha quedado para siempre en
esa tierra entrañable y extremeña de Hervás.
Que el Señor le dé la paz que merecen los grandes artistas y que en
ese soñado paraíso en el que se encontrará con el amor de su vida, sepan seguir
creando conjuntamente el arte del que aquí nos dejaron algunas migajas.
Es muy posible que Cáceres cuenta con una estatua obra de Pérez
Comendador y es muy posible que ello se deba precisamente a ese amor que
Magdalena profesaba a Extremadura, ya que ella con el que fue alumno predilecto
de su marido, estuvo en lo que posiblemente fue lo último que hizo en vida,
allanar dificultades para que Cáceres contara con una obra más de Enrique Pérez
Comendador.
Diario HOY, 4 de enero de 1986
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