Desde luego, una de las cosas que tenemos que agradecer a Dios es la
falta de memoria que en general tenemos los mortales, porque de no tener ese
poder de olvidar fácilmente las promesas uno estaría continuamente “chinchado” recordando lo que le
prometieron y no cumplieron. En esto pasa como con las deudas: “Oye, déjame dos mil pesetas que te prometo
que mañana mismo te las devuelvo” y, para algunos, ese mañana está tan
lejano como el que se prometía en las canciones del Frente de Juventudes,
cuando el Frente de Juventudes existía (¿No será pecado democrático el
mentarlo?). Pero lo malo suele ser que se pierden las dos mil pesetas y el
amigo que le coge las vueltas para no volver a tener contacto con el “donante”, por aquello de que no le
recuerde la deuda, aunque los hay que le echan mucha cara a la vida…
Pues bien, entre los que les echan mucha cara a la vida están sin duda
los partidos políticos, todos porque no queremos ser excluyentes.
Para el que dude de esto le contaremos que el Ayuntamiento de Cáceres
tiene unos tableros para la propaganda política que una vez acabada cada
campaña vuelve a guardar para próximas ocasiones, pero sin ocuparse de limpiar
los carteles que sobre ellos se pegaron cuando la última campaña se hizo.
Algunos creo que tienen carteles pegados desde las primeras campañas
electorales. Pues bien, no pueden imaginarse lo aleccionador que es leer
aquellos viejos carteles y aquellas viejas promesas, que nadie se ocupó de
cumplir después. No sólo las tan aireadas promesas del partido en el poder, de creación
de puestos de trabajo, salida de la OTAN, etc., sino del resto de los partidos
que también prometieron lo suyo, si llegaban al ayuntamiento o a la diputación
y habiendo llegado no se han vuelto a ocupar de nada. Pienso que la meditación
de las campañas electorales debería hacerse mirando estos viejos carteles,
sobre los que hemos corrido ya un “tupido
velo”.
Diario HOY, 28 de febrero de 1986
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