En la anterior “Ventana” me
referí de pasada a la Fuente del Concejo y a un homenaje que se le quería dar,
promocionado por un departamento de la Facultad de Letras y nuestro
Ayuntamiento, y como la cosa era de pasada merece la pena aclarar algo más. Mis
noticias se basan en unas manifestaciones del profesor Campesino, que habló de
que el Ayuntamiento repararía la fuente y ésta quedaría como monumento en
homenaje a que durante algún siglo la Fuente del Concejo había dado de beber a
Cáceres. La idea era buena, pero no se ha llevado aún a cabo y creo que está
totalmente olvidada, como otras tantas cosas manifestadas y prometidas, de las
que no ha vuelto a tenerse noticias, por ejemplo, el paseo de los románticos y
la reparación del Ribera del Marco, para ese paseo de circunvalación de Cáceres,
sueño de algún político que habrá despertado con dolor de cabeza y mal sabor de
boca y no habrá vuelto a acordarse de ello, achacándolo a alguna pesadilla, por
haber cenado fuerte. Pero dejemos el olvido, y hablando de fuentes, creemos que
no sólo merecería homenaje la del Concejo, sino otras muchas de la que bebía
Cáceres, aún de más antiguo y con tanta abundancia como la de Concejo.
Aunque sólo sea porque queden los nombres, vamos a citar algunas de
las que Pascual Madoz (1806-1870) recoge en sus escritos. La más importante
para él, tanto como la de Concejo, era la llamada “Del Rey” que es la que conocemos por “El Marco”; la ribera que formaba daba trabajo y movimiento a 25
molinos harineros, varios tintes, batanes, tenerías y otras fábricas, regando
una legua de huertas. Cita entre las muy próximas a la ciudad y de mucho uso,
las llamadas; Fría, Aguas Vivas, Doncellas, Butrera y Balincoso y a una mayor
distancia la de: Barba, Jaraíz, Valhondo, Santo Toribio y Caño de Santa Ana.
Ello demuestra que en lo antiguo, la fuentes en Cáceres fueron más abundantes
de lo que pueda pensarse.
Diario HOY, 6 de marzo de 1986
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