martes, 5 de septiembre de 2017

Las actuales “cuentas del Gran Capitán”

Yo no sé cómo serían las llamadas “Cuentas del Gran Capitán”, que hubo de rendir Gonzalo Fernández de Córdoba al rey Fernando el Católico que, envidioso y receloso de su popularidad y gloria, tras de haberle dado victorias incontables en los reinos de Italia quiso ponerle en el brete de apretarle las clavijas, como suele decirse, por aquello de encontrar “la paja en el ojo del Gran Capitán sin reparar en la viga del propio”. Estas cuentas son realmente leyenda, pero encajan muy bien en la cicatería del Rey, que debió ser un “cuentagarbanzos” de abrigo. No obstante, fueran ciertas o no, las mencionadas cuentas han quedado como ejemplo de exageración desorbitada para cualquier otras cuentas excesivas que suelen pasarnos. Del propio recibo de la luz, que no hay quien lo entienda, pero al que hay que decir “amén” si uno quiere seguir disfrutando del fluido, suele decirse: “Es que las cuentas de este recibo son las del Gran Capitán”, como se dice del del teléfono o de cualquier otro que sin muchas explicaciones o con ellas se sube a las nubes, sin razón lógica de hacerlo.
Actualmente cualquier recibo de reparación de un servicio a domicilio se suele convertir en “las cuentas del Gran Capitán”, sin que a uno le expliquen el porqué sucede esto y sin que tenga lógica el que así sea.
Para darnos cuenta de este “desmadre” en los cobros de servicios a domicilios, vanos a tomar de ejemplo una reparación hecha hace escasamente unos días a un ama de casa en uno de sus electrodomésticos y ustedes mismos pueden juzgar lo que decimos. A esta señora, que por lógica —y por aquello de evitar el que en otra ocasión puedan no atenderla— quiere ocultar su nombre, le acaban de reparar  un interruptor en uno de sus electrodomésticos. La factura lo especifica todo: se le ha cambiado el interruptor por otro, cuyo coste total es de 154 pesetas, el tiempo que ha invertido el mecánico en hacerlo es de 10 minutos (también lo dice el recibo), y se le pasa una factura total de 1.560 pesetas, lo que supone que por poner un “chirimbolo” que vale 154 pesetas, se le carga más del 1.000 por cien, simplemente por ponérselo.
Veamos ahora las especificaciones de esta factura: por el importe de la pieza, 154 pesetas; a lo que se agregan 550 pesetas más por “disposición de servicio” (cosa que confesamos no sabemos qué es); a ello se suman 795 pesetas por importe de la mano de obra y finalmente el ITE que son 61 pesetas lo que nos da las 1.560 pesetas. ¿Son o no éstas las cuentas del Gran Capitán?
Diario HOY, 21 de noviembre de 1982

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