En la tertulia le llaman: “Paco
el Triste”, no porque no sepa alegrarse cuando hay motivo para ello, sino
porque las cosas le salen mal y torcidas y suele verlo todo negro. Ya saben que
hay hombres optimistas y pesimistas y se cuenta el viejo cuento ese de que dos
de estos tipos encontraron una botella de vino a medias, el primero dijo: “¡Hombre, una botella medio llena!” y el
otro: “¡Vaya, hombre, un botella medio
vacía!”. Pues bien, Paco el Triste es de los segundos.
En cierto modo tiene alguna razón en ello, porque un día que ante la
puerta de la Iglesia esperaba que terminara la ceremonia de boda a la que estaba
invitado, con su traje nuevo, comentaba con un grupo de amigos lo desgraciado
que era y lo mal que le salían las cosas, y una cigüeña desde lo alto, ¡zas! le
puso perdido el traje nuevo dándose el caso de que la rociada no alcanzó a
ninguno de los que con él conversaban. Pues bien, su único comentario fue: “¿veis como tengo razón?”
Es cazador, y en otra ocasión que cazaba con niebla por los llanos de
Valdesalor se perdió; mal que mal logró encontrar la vía del tren y se dijo: “Si sigo la vía, seguro que llego a Cáceres”.
Comenzó a seguir la vía para regresar, pero su sorpresa fue mayúscula
cuando en vez de encontrar Cáceres encontró la estación de Valduernas, que está
justamente en dirección contraria. Habría para llenar un libro con anécdotas
suyas de este tipo, pero no es este el caso.
El caso es que él sigue viéndolo todo por el lado negativo y, ayer
mismo, con motivo de la entrega del premio Cáceres de Escultura, a una “Chaqueta”
de uralita decía: “No ves, aquí es que
somos pobres hasta en eso, le damos el premio a una estatua de uralita. Seguro
que si es en otro sitio la chaqueta hubiera sido de mármol por lo menos.”
Con la noticia de que el satélite ruso pueda caernos en Cáceres, está
que trina:
—“Verás como aquí, que nunca nos
ha caído el premio “gordo” de la Lotería en la vida, nos cae el dichoso
satélite ruso en las narices… Y es que tenemos la negra, convenceros.”
Esperemos que Paco el Triste no se salga con la suya.
Diario HOY, 21 de enero de 1983
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