A modo de diccionario local, para andar por casa, iniciamos hoy una
serie de definiciones muy útiles e ilustrativas para el ciudadano:
“Embarullador de Machuca”:
Llámase así a ese instrumento en forma de armario metálico, que toma el nombre
de su aplicador den Cáceres, el concejal de tráfico y que, caso de funcionar bien,
regirá el bosque semafórico que dicho concejal ha puesto en las cortas calles
de: San Antón, San Pedro, Donoso Cortés y San Juan.
Ayer mismo le hurgaban en sus tripitas electrónicas unos técnicos
especialistas, llegados al efecto a la ciudad, siendo el contenido del
instrumento de cables, relés, cintas perforadas e incipientes cerebros cibernéticos,
que son una verdadera delicia para la contemplación.
Pero como uno está con la cibernética tras de la oreja, recuerda aquel
sofisticado ordenador que iba a regir las pasadas elecciones y que luego, por
una flebitis en no sé qué complicado circuito, no sirvió para nada.
Hacemos votos para que éste no sea el caso. Porque si estimando su
buen funcionamiento ya comienza a llamársele el “embarullador de Machuca”, no queremos ni pensar lo que pasará
cuando dicho instrumento tenga la gripe —Dios no lo quiera— que muchas veces
suelen padecer estos chirimbolos.
Última advertencia: el tal “embarullador”
está en medio de un acerado próximo a la Caja
de Ahorros, frente a lo que en tiempos fuera la espartería de José
Colmena y, aunque parece un buzón de Correos, no lo es; no vaya alguno de
ustedes a echarle dentro alguna carta que, lejos de no llegar a su destino, nos
“jeringaría” el invento.
De todos modos, deseamos al “embarullador”
mejor y más prolongada vida que la que tuvo el “sonómetro”, instrumento que si no sirvió para mucho fue noticia de
prensa durante casi un año y precioso juguete con el que más de una y más de
dos veces se fotografió nuestro buen Machuca, al que le rogamos nos envíe una
foto con el “embarullador” que podría
servirnos para los mismos menesteres que las efectuadas con el “sonómetro”.
Quedamos sólo pendientes de la inauguración de todo el bosque semafórico
y de los resultados que de ello se obtengan, para bien de la ciudad y su tráfico.
Hemos dicho.
Diario HOY, 19 de enero de 1983
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