(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Hay una vieja refranología de carácter general y otra de carácter
local, porque cada ciudad, vieja como la nuestra, ha creado ya sus propios
refranes que se han conservado en el trascurso del tiempo. Hay otros de
carácter general y aún podría haber una refranología que se está creando en
cada momento.
Ayer fue el día de San Antón, o San Antonio Abad que es su verdadero
nombre, que de antiguo se celebraba mucho en Cáceres y hasta tuvo ermita donde
ahora está el Gran Teatro, y que desapareció con las obras de esa calle y las
de edificación de ese coliseo, pero de la que queda memoria en el mismo nombre
de la calle que sigue llamándose de San Antón.
Aquí, la fiesta dejó de hacerse, pero la memoria del santo, que debió
ser muy popular, ha quedado en los refranes. “Por San Antón, gallinita pon”, reza un refrán general, porque
parece ser que de ahora en adelante las gallinas dan más huevos. Pero hay un
refrán de tipo local referido a San Antón, como el de “Entre San Antón y Los Mártires, no salgas de casa aunque de pan no te
hartes”, que viene a indicar que, en Cáceres, desde época muy antigua
—aunque ahora no se cumpla— los días más desapacibles del año eran los que
mediaban entre las dos fiestas, o sea, entre el 17 de enero, día de San Antón,
y el 20 de este mes, que es cuando se celebran Los Mártires, San Sebastián y
San Fabián, fiestas de vieja tradición en Cáceres. Se daba el caso de que en
esos tres días que median entre ambas, aparecían las borrascas y hasta las
nevadas, por lo que se consideraban los días más fríos del año y no era
aconsejable salir de casa en ellos, sobre todo para hacer las faenas
campesinas. En cuanto a la refranología que se está creando en cada momento,
podríamos decir, ya que la festividad de San Antón coincidía ayer con la
llegada del “tren televisivo”: “Por San Antón, el Tren de Televisión”.
Pero volvamos a lo nuestro.
Así como desapareció la vieja ermita de San Antón, también desapareció
la de los Mártires, aunque ahora haya otra en el Paseo Alto del mismo nombre.
La vieja ermita de los Santos Mártires, de gran devoción cacereña y a la que se
hacía la romería, estaba donde ahora la Plaza de Toros, en el inicio del Paseo
Alto. Ante ella, coincidiendo más o menos con lo que hoy es el ruedo de la
plaza, había una charca o abrevadero, que también desapareció con el traslado.
Ahora la fiesta se hace en la nueva, aunque su novedad tenga ya más de un
siglo.
Diario HOY, 18 de enero de 1983
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