(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
El primer periódico que se hizo en Cáceres era manuscrito, del que se
hacía un único ejemplar que se colgaba de un clavo en un zaguán de la calle
Sancti Spíritu, pasando los cacereños que lo deseaban a leerlo y dejarlo en el
mismo lugar para que sirviera a otros muchos.
Ocurría esto por 1813, posiblemente porque la imprenta no se había divulgado
en cuanto a uso por aquí, y hasta existe el rumor de que hubo otro periódico
anterior, también manuscrito. El que nos ocupa se llamó “La Asociación de Cáceres”, siendo su fundador y director, don
Álvaro Gómez Becerra, que luego fue un personaje de relieve nacional en la
política. El confeccionador, que hacía el único ejemplar del que hablamos, era
el escribano de la Audiencia, don Claudio Constanzo.
Al lado del periódico, en el local que era la biblioteca de la “Asociación de Cáceres”, se había montado
un buzón de sugerencias para que los lectores dieran sus opiniones o dejaran
trabajos que deseaban se incluyeran en los próximos números.
La única colección completa de este periódico consta de 31 números que
se realizaron entre el 11 de enero de 1813 y el 22 de mayo del mismo año y la
poseyó en vida el profesor don Antonio Rodríguez Moñino y hoy debe estar en
poder de sus herederos.
Aparte de este periódico manuscrito, que es una verdadera joya, en
Cáceres se publicaron posteriormente una gran cantidad de periódicos, pero ya
todos ellos impresos.
Entre los más originales, por tener un formato realmente moderno,
figuró “El Regenerador Estremeño” (escrito
con ese, ya que entonces se escribía así: Estremadura) que salió en 1852 y
realizaba un solo hombre, don Juan Daza Malato, bibliotecario cacereño. Este
periódico fue, posiblemente, uno de los primeros españoles que deslindó
secciones; había información: local, regional, nacional y extranjera, aparte de
espacios literarios, cartas de los lectores, crítica municipal, etc.
Finalmente diremos, sin que ello tenga que ver nada con la política
actual, que en 1903 hubo otro periódico que dirigió un párroco de Casar de
Cáceres, don Saturnino Martín, que tuvo el curioso nombre de “La Maza de Fraga”, sin que tuviera nada que
ver con el don Manuel Fraga que ahora conocemos
Diario HOY, 19 de diciembre de 1982
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