Creo que a todos los niveles, pero también a nivel local, que es lo
que nos importa, los distintos partidos políticos están, como los equipos de
fútbol, tratando de fichar para sus filas —léase listas— nombres de posibles
candidatos que figuren entre los que los propios partidos tienen ya confeccionados
más o menos con sus “hombres de carnet”,
ante las ya inmediatas elecciones municipales.
No es que los partidos no tengan hombres con apetencias y dotes para
ser buenos concejales, pero en esto, como en los equipos de fútbol, interesa un
buen “Maradona” que, no siendo oficialmente
de la cuerda, pueda dar prestigio a la propia lista y sobre todo arrancar unos
votos más hacia ella de los simpatizantes de ese “Maradona” de turno, que ya tiene demostrado su “buen juego” en el campo político, aunque
sus ideas sean sólo afines de las del partido, o no lo sean, que ahora lo que
importa es incorporar votos y prestigio a las listas para que el electorado, o
parte de él, se vea obligado a dar su voto a la que lleva el nombre de “Fulano” o “Zutano” que es hombre que lo ha hecho bien en etapas anteriores.
Ni que decir tiene que los más solicitados dentro de estos fichajes
políticos para las listas de los partidos son los que conocemos por “independientes”, a los que se promete un
puesto destacado y a los que se convence de que de salir la lista ellos
ocuparán una concejalía, o puesto afín, dentro de los hombres presentados por
el partido ofertante
El juego es correcto y nos parece de perlas el que se busquen para
esas listas de partidos hombres válidos, con nombre y prestigio probado, que
figurarán dentro de la que se vote con la etiqueta, entre paréntesis, de
independiente. Ya ha habido en anteriores elecciones municipales hombres de
este tipo que han salido concejales, independientes, dentro de algún partido
político y hasta han ocupado una concejalía.
Pero veamos qué fue de esos “independientes”.
En la mayoría de los casos, como eran hombres que no se ajustaban a la “disciplina del partido”, una vez
conseguidos los votos que ellos aportaba, realmente eran un estorbo para el
partido que los había incluido por lo que se los comenzaba a marginar o
convencer de que lo mejor que podían hacer era dejarlo, como ha ocurrido ya en
muchos casos, cediendo su puesto al inmediato de la lista que sí solía ser del
partido. En definitiva que hicieron de la “cáscara
de plátano” que una vez engullidos sus votos, se tira a cualquier papelera.
Diario HOY, 11 de enero de 1983
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