Queridos Reyes Magos: Como creo que he sido bueno, paso a enviarles mi
carta, por si tienen a bien responder con algunos de los presentes que pido, aunque
no son muchos, porque me sé todo ese “rollo” de la crisis económica con la que
“los mayores” nos tapan la boca.
Les escribo con el temor de que este año no me hagan caso, ya que
según me asegura otro niño, compañero mío, este año hay que adjuntar a la carta
una fotocopia del carnet del PSOE y —dice— que de no ser así las cartas irán al
cesto de los papeles. Yo creo que esto es una oficiosidad de este niño, y no le
he hecho caso, aunque él insiste en que sí, y para demostrármelo me dice que el
apellido de ustedes es: Melchor González, Gaspar Guerra y Baltasar Camacho… que
lo sabe él de muy buena tinta. Yo no creo en ese parentesco de ustedes con los
que mandan, por lo que si la carta vale, vale y si no, qué le vamos a hacer.
Quiero ser corto y escueto, porque sé que los tiempos están malos y todo
ha subido mucho y entre juguetes y viaje se las van a ver negras y eso pensando
en que les haya pasado por alto lo de ser reyes y además magos, por aquello de
las incompatibilidades…; en fin, vamos al “petitorio”.
Para mi región, Extremadura, la mayor productora de tabaco y de mejor
calidad, les pido una fábrica de cigarrillos, aunque puedan causar la muerte,
porque también la pueden causar las centrales nucleares y nos las dieron sin
pedirlas. Díganselo al señor Velázquez, no al nuestro, sino al Cándido.
Para los políticos que se van, una sillería, que les haga recordar
gratamente el sillón que dejan.
Para nuestros gobernantes a todos los niveles, una varita mágica, para
crear esos puestos de trabajo que tanta falta nos hacen y mucha calderilla para
el cambio.
Para todos mucha ilusión y esperanza, que no se nos agote… Para mi no
pido nada, porque yo debí comenzar y terminar esta carta así: “Queridos Reyes Magos: ¡¡¡Socorro!!!”
Diario HOY, 5 de enero de 1983
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