Hay unos hechos poco divulgados de la historia local de Cáceres que en
forma novelesca o de leyenda han llegado hasta nosotros.
Se refiere al trauma que a la población cacereña le produjo la
expulsión de los judíos, cuando fue decretada para todo el territorio nacional
por los Reyes Católicos. No vamos a entrar en si la medida a nivel nacional fue
o no política, sino simplemente en la repercusión que en el ambiente local
suscitó esa medida.
Se daba el caso de que los judíos cacereños eran bien estimados en
nuestra villa por ser gentes trabajadoras que nunca habían creado problema
alguno. Es más, llega a afirmarse que el último rabino cacereño, que por cierto
llevaba el título de “don”, lo que ya
era una distinción para esa época, don Sayas Cohen, era hasta asesor de nuestro
Concejo municipal y muy estimado entre los nobles y el pueblo de Cáceres por lo
que la orden general de expulsión cayó mal en nuestro pueblo.
Se cuenta que el propio Concejo gestionó ante los reyes el que los
judíos de Cáceres fueran excluidos del decreto de expulsión, alegando todas
esas razones de ser unos buenos trabajadores y unos excelentes convecinos, pero
todo fue en vano. La orden era general para todo el territorio y reinos
españoles y hubo que cumplirla.
Cuenta el historiador local, don Publio Hurtado, en una de sus novelas
que se basa en muchos hechos históricos ciertos, que una hija del rabino, bella
como pocas, tenía amores con un caballero cacereño de la familia Golfín, lo que
le da pie para novelar una verdadera historia de amor al estilo de “Romeo y Julieta” de la que, apartando lo
imaginativo, nos da un panorama de lo que pasó en aquel entonces.
Para Cáceres y los cacereños fue un disgusto el tener que cumplir esa
orden de expulsión, pero había que acatarla.
Las aljamas judías de nuestra provincia se fueron concentrando en el
Cerro de Cabezarrubia, para emprender su marcha a Portugal, primer lugar que
eligieron como exilio y es tradición que nuestro Concejo fue a despedir a la
aljama de judíos cacereños a dicho lugar produciéndose las lógicas escenas de
dolor en esta separación, no deseada pero impuesta… No sabemos si esto es
tradición o historia, pero no está mal el conocerla.
Diario HOY, 17 de diciembre de 1982
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