Tengo que comenzar diciendo que yo no entiendo una palabra de finanzas,
ni de las razones que mueven todo ese mundo, de las inversiones, tantos por
cientos, subidas y bajadas de la bolsa, amortizaciones, etc., etc.
Tengo para mi, aunque a lo mejor me equivoco, que la moral que mueve
ese mundo de las finanzas es distinta de la que mueve las relaciones normales
del hombre de la calle. No digo que una sea mejor que la otra, sino que son
códigos distintos y lo que para mi puede ser bueno o normal, en el mundo de las
finanzas podría supoer un fracaso técnico en la gestión de esos hombres —a los
que yo admiro tanto por no entenderlos— tienen entre sus manos.
Aclarada esa supina ignorancia mía, paso a contar lo que a mi particularmente
me ha suscitado todo ese lío armado alrededor de la noticia de la intervención
por el Banco de España de la Caja de Ahorros de Cáceres. Se dice en las notas
dadas que viene “motivada por una
concentración de riesgos en muy pocas personas y que, en cierta medida, podría
hacer peligrar su pasivo (el de la Caja), que alcanza en estos momentos 24.000 millones de pesetas”. Se
agrega también que afectaba a unos créditos dados a la empresa CONALSA, de
Coria, que entre otras cosas sufrió una riada y da de comer, en sus puestos de
trabajo, a un montón de familias cacereñas.
Yo deduzco de todo esto —aparte de que haya otros préstamos o créditos
no cobrados dentro del código estricto que rige las finanzas—, dicho en frase
llana, para que yo y otros como yo lo entiendan, que lo que ha pasado es que la
Caja ha puesto por encima de su función estrictamente financiera su función
social y, para entendernos, no ha apretado las clavijas de devolución de este y
algunos préstamos más del mismo tipo, a unas empresas cacereñas que andaban en
dificultades, quizás por entender que éstas lograrían solucionarlas dándoles un
mayor margen para cumplir, quizás —digo yo— por pensar en que apretarlas,
provocando su cierre, aumentaría el ya alarmante pro que en la provincia existe
De ser así las cosas, como yo imagino, saltándome a la torera el código
financiero, quiero felicitar a la Caja de
Cáceres por lo hecho, y hacerme la composición de lugar siguiente: Si yo, sin
un duro, perdono a mis acreedores o les renuevo la confianza, por aquello del
Padrenuestro… ¿por qué no puede hacerlo la Caja, con 24.000 millones?
Diario HOY, 31 de diciembre de 1982
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