martes, 12 de septiembre de 2017

Las tres últimas romerías


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Milagrosamente las tres fiestas populares cacereñas que se han mantenido hasta nuestros días, claro es que sin el antiguo esplendor, son: Los Mártires, que se celebra a finales de enero; las Candelas, que se celebra el día 2 de febrero, y ese mismo día, víspera de San Blas, con su romería, única fiesta en que las cacereñas se siguen vistiendo el traje típico de campuza.
Hay que distinguir que de San Blas, la fiesta más sonada, lo que se celebraba eran  las vísperas, con su mesa de ofrendas, porque la verdadera fiesta, que es el día después, el 3, aunque tiene procesión y otros actos, era fiesta que casi se celebraba en solitario, tanto entonces como ahora.
De las tres fiestas casi se había perdido la de los Santos Mártires, que mantuvieron contra viento y marea los vecinos de las calles próximas, ayudados por lo que fue Delegación de Auxilio Social, que como tenía en las inmediaciones de la ermita su “Jardín Maternal”, organizaba una misa y solía dar un desayuno a los escasos asistentes a la misma. De ahí surgió una comisión que hasta ha logrado, con la contribución de todos, comprar una imagen de San Sebastián, que será bendecida en las fiestas de este año. Antes sólo existía, y existe aún muy deteriorada, una pintura del mártir que creemos es obra del pintor cacereño Lucenqui, que vivió en el pasado siglo. De San Fabián, el otro mártir, creemos que no existió nunca imagen, aunque la fiesta lleve los dos nombres.
Las Candelas, o Candelaria, con altos y bajos, logró mantenerse en la ermita de su nombre, aunque estuvo a punto de perderse por la ruina del edificio, que reconstruyó don Emeterio Hierro siendo párroco de San Mateo. También aquí jugó gran papel el vecindario que acudía a la procesión de la Virgen, que se hace alrededor de la ermita, para ver si la vela que lleva en sus manos —de donde le viene el nombre— entraba o no apagada en la iglesia, lo que era augurio de buen o mal año. La historia de San Blas es más conocida y tomó nuevo auge cuando la ermita se convirtió en parroquia, pero lo que sí nos importa decir es que nuestro Ayuntamiento, con muy buen sentido, y para que no se acaben perdiendo estas tradiciones, las ha englobado este año en lo que llaman “Decena Cultural”, que estamos seguros logrará atraer al pueblo, que en definitiva es lo que importa.
Diario HOY, 15 de enero de 1983

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