Desde nuestro modo de vivir actual es difícil imaginarse la forma de
vida del pasado; aun del pasado inmediato, por lo que las máximas dificultades
surgen cuando tenemos que imaginar la forma de vida del pasado de hace unas
centurias. Decimos esto porque ahora, en cosa tan sencilla como es explanar un
solar en nuestra ciudad monumental, para convertirlo en aparcamiento de
vehículos, ha surgido una “pega” —no
insalvable desde luego— cual es que en tan corto espacio de terreno han
aparecido tres pozos o aljibes, que habrá que secar, porque al menos uno de
ellos, posiblemente el más grande, está lleno de agua hasta la iniciación de lo
que debió ser brocal, que forma una recia bóveda a la que aún ni la más moderna
máquina que explana aquello ha sido capaz de destruir.
Desde el modo de vivir actual a uno le parece absurdo que existan tres
pozos casi inmediatos, pero no lo es tanto si imaginamos que los antiguos cacereños
que habitaron esa parte y que tenían sus casas, o sus palacios, en ella, no tenían
más forma de abastecerse —sobre todo cuando la ciudad estaba sitiada— que la de
los pozos que cada casa, cada familia, tenía que construir para autoabastecerse
de este elemento imprescindible, por lo que llegaron a una técnica de construcción
tan perfecta, que ahí están llenos de agua hasta la boca y como si acabaran de
construirse ahora por la indudable fortaleza e impermeabilidad de que se les dotara
en los siglos pasados.
En alguna ocasión hemos apuntado que sería muy interesante estudiar el
subsuelo cacereño plagado de pozos, galerías de escape, pasadizos y todo cuanto
una ciudad militar y medieval, heredera de un antiguo campamento, necesitaba.
Lo que sí es cierto es que cada casa de entonces está trazada y
pensada para autoabastecerse de todo en los momentos de emergencia, cosa que
ahora hemos olvidado porque, cada vez más, unos dependemos de otros, pero sería
posible y hasta interesante el estudiar, sobre esos datos, la forma de vida de
nuestros antepasados de hace unos cuantos siglos que, sin duda, difería
totalmente de la que ahora tenemos y aún de la que imaginamos que tuvieron
ellos.
Si ustedes quieren esto es un hablar por hablar, pero la pasada
historia cacereña habría que estudiarla sobre esos datos dispersos que vienen
apareciendo, labor que deberían realizar los entendidos en la materia.
Diario HOY, 21 de octubre de 1982
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