La gente se queja, y con razón, de la programación televisiva, sobre
todo la dominical que cada vez empeora más a marchas forzadas. De una
televisión de entretenimiento, que es lo que pide la mayoría, hemos pasado a
unos tremendos latazos televisivos que, mucha parte de esa mayoría, termina por
cerrar el aparato. “Es lo que hay que
hacer cuando no gusta”, dicen algunos jefes de televisión, y es lo que hace
la gente, aunque esta gente echa de menos el que haya otras emisoras que, al
ofrecer otro tipo de programas, estimularía a la televisión estatal a hacer
mejores los suyos.
Por o ir más lejos, en sentido negativo, la programación del pasado
domingo (domingo invernal y desapacible en el que se consume más televisión)
puede ser un ejemplo de ello. En la hora de mayor demanda televisiva había en
la primera cadena “Estudio estadio”, con partidos internacionales que pueden interesar
a una minoría —mayoritaria— pero no a la generalidad. Uno buscaba la segunda
cadena y allí nos colocaron una película húngara, “Días fríos”, con subtítulos y en blanco y negro, que no había quien
se tragara. Puede que fuera muy buena para cuatro técnicos sofisticados —que
los hay— pero para la mayoría de telespectadores fue una tabarra de campeonato.
Puede que Televisión esté a ahorrar y estas películas le cuesten poco,
pero la pérdida de escucha creo que no compensa el ahorro.
Al lado, nos enteramos que Televisión ha recibido ingresos por venta
de sus programas y comercialización de productos de ella, que superan los 646
millones de pesetas, doble que el año pasado. Nos parece muy bien, pero algo de
ese dinero podría emplearse en lograr programas mas atractivos para los propios
españoles. Luego está el desequilibrio: sabemos más pormenores de lo que sucede
en Nicaragua que en nuestro propio país y tampoco esto es cosa encomiable.
Diario HOY, 20 de noviembre de 1984
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