Yo hasta que no he visto en Televisión esas propagandas que hace la
RENFE, para hacer apetecible sus servicios, en las que salen unos trenes
modernísimos, con un niño que baja de ellos y los besa su abuelo, no me creía
que en España hubiera trenes tan limpios, modernos y bonitos. Es más, algún
amigo, extremeño como yo, me ha querido convencer que nos los ha prestado
Francia para hacer las filmaciones, pero yo no paso a creerlo porque, al
parecer, al menos uno o dos, de ese tipo tan moderno, sí que existen en nuestro
país, aunque nunca hayan cruzado por las vías férreas de Extremadura.
Aquí siempre hemos estado a los descartes que hacía RENFE de trenes
obsoletos de otras líneas españolas. Es más, en los trenes que yo he viajado de
toda la vida, y aún ahora —en los de Extremadura— uno se imaginaba que los indios,
montados en sus caballos y dando gritos, los asaltarían de un momento a otro a
la vuelta de cualquier curva de las vías. Hasta estoy por decir que defraudaba
un poco no ver aparecer a los indios pegando tiros y tirando flechas, porque
los trenes extremeños eran y son del mismo modelo que en América se emplea
para las películas del Oeste. Ni el
Lusitania, que es de una línea internacional, se salva de esta imagen y, a
cuenta de ello, se lo comentaba en una ocasión a un alto cargo de la RENFE, que
me dijo algo así como que no se quería hacer un agravio comparativo con los
trenes portugueses —también viejos— y poner trenes más modernos en nuestras
líneas, cosa que les sentaría muy mal a los portugueses. Yo no sé si aquello
era una salida de tono del preguntado, pero lo que sí pienso es que, si ahora
RENFE busca rentabilidad, podría ponerse de acuerdo con el Ministerio de
Turismo y contratar unos indios (o extras disfrazados) que asaltaran de vez en
cuanto nuestras líneas, dando una emoción turística al servicio que, para
extranjeros que buscan fuertes impactos, podría ser sumamente rentable. Lo que
uno no puede imaginar es que RENFE, que ha largado a nuestras líneas material
de deshecho, exija encima que sean rentables, sin hacer ese pequeño esfuerzo de
que hablo.
Diario HOY, 16 de noviembre de 1984
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