De poco tiempo a esta parte, a los “personajes” grandes de la política les ha dado por visitarnos. No
es que no nos hayan visitado en otras épocas otros, de los más grande, sino que
últimamente nos tenían muy olvidados y ahora, en muy poco tiempo y casi todos
de golpe, aprovechando algún próximo fin de semana, se nos vienen para acá,
cosa que es digna de agradecer, aunque el pueblo —que siempre le anda buscando
los tres pies al gato— no acaba de comprenderlo.
Nuestro pueblo, como pueblo pardo que es, es muy reciente y escéptico
y no comprende cómo los “peces gordos”
no vienen a pedir algo, que es a lo que han venido siempre, o bien a prometer,
a cambio, también de algo.
No digo que sea este el caso del ministro de Obras Públicas, que nos
ha visitado, sino más bien que toda esa reticencia se ha puesto de manifiesto
nada más se anunció su visita, y la gente se preguntaba y te preguntaba razones
de ese cariño repentino. “Oye, ¿a qué
viene el ministro, si no hay elecciones próximas?” te preguntaban algunos,
respondiendo el listo de turno: “Pues a
llevarse algo, ¿a qué va a venir?, porque de aquí se lo llevan todo: el agua
del Tajo, el ferrocarril ahora y la tira de cosas.” Otros relacionaban la
visita con alguna cacería o comilona, pero ninguno con la realidad de
anunciarnos un “listado de obras”,
que es a lo que parece que ha venido, en compensación por el trasvase, que es
lo que en definitiva ha dicho el propio ministro.
Yo, de buena fe, pienso que todo esto será verdad, por aquello de que
“por sus obras los conoceréis” y aunque
faltan tres años para llevar todas a cabo, hay que tener esperanza, aunque
nuestro pueblo sea el gato escaldado que huye del agua, aunque esté fría,
reticencia esta perdonable porque secularmente se nos ha prometido mucho, pero
se nos ha dado poco trigo.
Diario HOY, 8 de diciembre de 1984
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.