A mí lo de las declaraciones del ministro de Transportes, Enrique
Barón, en lo que a los ferrocarriles de Extremadura se refiere me ha parecido
un retrasar la sentencia, o si ustedes quieren un “mantenella y no enmendalla”, porque de nada nos vale el que nos
digan que no se suprimirán líneas férreas en Extremadura, para agregar después:
por ahora. Ese ahora se nos hará más
próximo de lo que esperamos y la verdad es que a la región más pobre de las
españolas se nos va a hacer pagar el mantenimiento del ferrocarril, si es que
queremos seguirlo teniendo.
A mi modo de ver es una forma de actuar poco socialista, o poco
social, porque entiendo que lo social es distribuir al más pobre y débil
iguales servicios que al rico, y no hacer pagar al pobre —en beneficio del rico—
lo que a la larga no va a poder pagar. Además es válido, aun con ese
endulzamiento del retraso, el que nos van a quedar aislada a Extremadura de
Norte a Sur, y si no nos la aísla de Este a Oeste es porque el ferrocarril
Madrid – Lisboa es internacional y, lógicamente, protestarían los portugueses,
pero no por la capacidad de gestión de nuestra autonomía, ni por los cariños del
Gobierno socialista hacia Extremadura.
Hagamos el cómputo de los ferrocarriles extremeños que quedan
sentenciados a muerte. De las líneas férreas a las que se retira toda
aportación, aunque podrán seguirse manteniendo por interés comercial, figura la
de Zafra – Jerez de los Caballeros (47 kilómetros).
Entre los servicios subvencionados, que podrán mantenerse si la
Comunidad extremeña o las entidades provinciales o locales llegan a un acuerdo
con RENFE (vamos, si las pagamos nosotros), figuran Mérida – Zafra – Villanueva
del Río Minas (196 kilómetros) y Plasencia – Astorga (331 kilómetros), con lo
que si ustedes suman el total de tramos que quedan sentenciados —aunque la
ejecución de la sentencia no sea inmediata— tendrán un total de 574 kilómetros
que desaparecerán de Extremadura, si no los pagamos nosotros.
Estos son los “cariños”
socialistas hacia nuestra región a la que se vuelve a marginar a pesar de las
visitas y las buenas palabras, visitas y palabras que nos sobran, por aquello
de que “obras son amores y no buenas
razones”.
Diario HOY, 5 de octubre de 1984
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