Me hace gracia el afán que hay ahora de presentarnos personajes
históricos juzgándolos sin su entorno —el que les tocó vivir— y pintárnoslos
como héroes o criminales, según sean las ideas actuales del que traza su
biografía. Cierto también que “con aguas
pasadas no muele molino”, por lo que éstas no pasan de ser disquisiciones,
sin más trascendencia, pero no es agradable tergiversar la historia, como en su
última emisión de “Paisaje con figura”,
que dio Televisión Española, se hizo sobre la figura de Juan Martín Díaz, “El Empecinado”, presentándonoslo como un
“alma de Dios”, defensor de la
Constitución de las Cortes de Cádiz con una vida totalmente positiva y sin nada
que empañara esa caballerosidad con que se le pinta. Cierto que su oponente, el
malvado rey que fue Fernando VII, dejaba también mucho que desear y que acabó
ahorcándole injustamente, pero Juan Martín fue también otro pájaro de mucha
cuenta, como puede verse por la propia historia de Cáceres.
El día 12 de octubre de 1823 se presentó en nuestra ciudad Juan Martín,
con sus tropas, Nuestros convecinos, que estaban por el rey, le presentaron
cara, obligándole a huir hasta Casar de Cáceres. El día 17, “El Empecinado” volvió a atacar Cáceres y
logró tomarla, saciándose de sangre en nuestros paisanos de aquel entonces,
muriendo tres en acción de guerra, cinco fusilados en la Plaza Mayor y los
restantes hasta 38 asesinados a mansalva; hirió y maltrató, sin conciencia, a
35 vecinos más, incendió 29 casas y medio destruyó otras 43, entre las que se
contaba el convento de San Francisco. Pocas casas se libraron del saqueo de
estas tropas que eran más bandidos que hombres de honor.
En definitiva, que por lo menos a nosotros no se nos debe presentar al
“Empecinado” como un héroe, sino como
un bandido que proporcionó luto y desolación a nuestra villa.
Diario HOY, 22 de agosto de 1984
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