En las viejas poblaciones, como la nuestra de Cáceres, las entradas y
salidas más utilizadas de las mismas, las principales, solían estar matizadas
de una serie de ermitas que daban ocasión al viajero de despedirse invocando
gracias para el viaje, o agradecer, a la llegada, el haber salido con bien del
mismo a su terminación. Esto quiere decir que en lugares donde existen una
serie continuada de esas ermitas, es donde hay que buscar las antiguas entradas
principales a esas poblaciones.
Ciñéndonos a la nuestra, diremos que la entrada principal a Cáceres,
posiblemente desde épocas remotas, fue siempre la del puente de San Francisco,
en su subida hasta la puerta de Mérida, que debió ser durante mucho tiempo la
entrada principal. A poco que nos fijemos, tenemos que el viejo Camino o Ruta
de la Plata enfilaba hacia Cáceres a partir del Campamento de Santa Ana, primera
ermita del trayecto final (la de santa Ana). De ahí se llegaba a la del
Espíritu Santo, para continuar a la del Humilladero, desaparecida hoy, y muy
próxima al puente. Pasado el puente se subía por la calle de San Ildefonso,
donde existió otra ermita, y próxima a ella la de la Consolación de las
Candelas, para enfilar ya, por la Plaza de Santa Clara, la entrada a Cáceres
por la puerta de Mérida.
Posteriormente, la entrada se hizo por el llamado camino de San Antón,
y también esta parte estuvo matizada de ermitas: la de San Antón, San Pedro y
la iglesia de San Juan, para enfilar la nueva entrada por el Arco de la
Estrella.
Pero esta entrada fue muy posterior, ya que esa puerta se abrió tras
la Reconquista, en 1229, por lo que la entrada más antigua fue siempre por San
Francisco y la Puerta de Mérida.
Diario HOY, 16 de agosto de 1984
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