El tren y su cola

“Al perro flaco todo se le vuelven pulgas”, reza el refrán que viene como anillo al dedo a lo que viene sucediendo, tras el contacto con RENFE, celebrado en Mérida, entre los representantes de nuestra Junta Autonómica y la compañía de ferrocarriles, por cuya referencia nos enteramos que “RENFE quiere que Extremadura pague todas las pérdidas” de las líneas a suprimir (Plasencia – Astorga, por el Norte y Mérida – Villanueva del Río, por el Sur), agregando que esta postura se va a mantener ante todas las comunidades autónomas.

Para mí no es válido ese argumento ante la Comunidad más pobre de las españolas, y mantenerlo me parece una tremenda injusticia en nuestra región. Por si vale para los negociadores, diremos que  Extremadura es el “farolillo rojo” de las rentas per cápita del resto de las regiones española, con renta muy inferior a la media nacional y aun detrás de Andalucía y Castilla – La Mancha, que también tiene bajas rentas, por lo que imponernos a nosotros el pago de unos servicios es agrandar más las diferencias entre las regiones ricas y pobres del país y convertirnos en españoles de “segunda categoría”, sumiéndonos más en la pobreza en la que ya estamos inmersos. No me cabe en la cabeza que RENFE negocie con nosotros igual que con las regiones ricas, ni que el Gobierno actual, que se dice social y socialista, lo consienta. Digo esto porque estamos jugando a quedar a Extremadura aislada por el Norte y por el Sur del resto de las regiones españolas, Si hubiera que creer esos servicios ahora, me explico que se discutiera esto, pero se trata de quitarnos unos servicios que disfrutábamos aunque sean deficitarios, pero los déficit se enjugan cuando se trata de igualar a los españoles más pobres con los más ricos en una política distributiva de igualdad, de la que se le llena al Gobierno la boca, pero no los hechos. No pedimos gollerías, sino que no se lleven lo poco que ahora tenemos.

Diario HOY, 10 de noviembre de 1984