Lo comentan los cacereños y de allí lo recogemos: “Si la restauración del Palacio de los Duques
de Valencia la hubiera hecho un particular, en vez de la Diputación, a estas
horas estarían paradas las obras”. Por nuestra parte creemos que al
comentario le sobra razón, porque estamos hartos de ver las que aquí se han
armado con edificios menos monumentales, y enclavados en otras zonas, de los
que podría ser ejemplo la “Casa de la
Chicuela”. Ya hemos dicho lo que viene sucediendo con ese palacio, comprado
por la Diputación, que acometió su restauración, convirtiendo lo que eran dos
alturas en cuatro, por diversos retranqueos,
haciendo desaparecer los bellos patios de bóvedas que contenía y
conservando del antiguo sólo la portada y los escudos. Ya era sospechoso el que
se dijera que los muros laterales se
habían caído al tratar de restaurarlo, porque ello ha dado pie a montar
esas alturas de más que tiene el edificio.
Pero no vamos a entrar en detalles, sino en lo que dice el pueblo, que
es cierto. Si un particular trata de restaurarlo y hace alguna de las
atrocidades arquitectónicas que ha hecho la Diputación, se hubieran echado
encima: Bellas Artes, la Comisión de Monumentos, los colegios profesionales de
estos asuntos, etc., etc. Precisamente, el poco precio a que se venden estos
palacios radica en que, al estar en una zona monumental, teóricamente no se
puede variar un clavo de ellos, aunque la teoría falla cuando se trata de un
organismo de tanto peso como la Diputación, lo que sin duda es una injusticia porque
esos organismos son los más obligados a conservar el patrimonio que es de todos
y cumplir las normas que en muchas ocasiones ellos mismos han dictado.
No es ejemplar este
comportamiento y, aunque sabemos que no se nos hará caso alguno, tenemos
que recoger lo que el pueblo dice, con toda la razón.
Diario HOY, 29 de agosto de 1984
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