En nuestra provincia existen una gran cantidad de fortalezas, o ruinas
de ellas, sin sobrenombre especial que se conocen sólo por el nombre de “El Castillo”, pero sin ningún “apellido” que les califique. El
investigador local Publio Hurtado, que se ocupó mucho de estas cosas, señalaba
algunos de los que él llegó a conocer con dicho escueto nombre. En la Sierra de
Dios Padre, cerca de Villanueva de la Sierra y en el lugar que dicha villa
tenía el cementerio, había unos restos, muy antiguos, que se conocían como el
Castillo, pero con esa misma denominación existen otros en los términos de
Alcántara, Piedras Albas, Guijo de Coria, Villa del Rey, Cabezabellosa,
Pinofranqueado, Membrío, Cañamero, Jerte y Mata de Alcántara.
Ni que decir tiene que hay otras muchas fortalezas en las que a la
designación castillo, se une otro nombre y aún se conocen los hechos históricos
que, más o menos, sucedieron en ellos, pero éstos otros son los que pudiéramos
llamar castillos sin historia, porque
se ha perdido de ellos hasta la designación antigua que tuvieran.
Lo curioso del caso es que, en Cáceres capital, donde existen tantos
palacios y fortalezas con nombre e historia, haya también uno de esos “misteriosos” castillos, de los que no
nos ha llegado más que el nombre y del que los actuales cacereños desconocemos
totalmente la historia. De éste al que hago referencia no queda más que el
nombre en una calle. La calleja tortuosa y empinada que va desde la calle
Parras a la Peña Redonda, donde todavía Publio Hurtado alcanzó a conocer unos
viejos paredones, a los que la gente de su tiempo señalaba como “El Castillo”, sin que hasta el momento
se haya logrado poner en pie la historia del mismo. ¿Qué hacía un castillo sin
nombre en la proximidad de otros muchos con él? Este es uno de los pequeños “misterios locales” no desvelado aún.
Diario HOY, 25 de noviembre de 1984
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