Ayer fue el día de la festividad del patrono de Extremadura, patrono
celestial ya que el de carne y hueso es Rodríguez Ibarra, y prácticamente nos
ha pasado desapercibido a una gran mayoría de extremeños que no nos acordamos
de nuestro patrono más que muy de tarde en tarde y, si acaso, para enseñar a
los turistas la estatua de él que figura en la Plaza de Santa María de Cáceres,
decirles que es obra de Pérez Comendador, y además un autorretrato de su
rostro, pare usted de contar.
Las diputaciones anteriores a la actual habían instituido una paga de “San Pedro de Alcántara” para sus
funcionarios, que por ese solo motivo le iban tomando cariño y comenzaban a
estimarle, aunque sólo fuera por la ayuda económica que con su nombre se les
daba, pero como el actual presidente, señor Veiga, acordó suprimirla, nos
tememos que al fallar ese estímulo, volverá a ignorársele como le hemos
ignorado toda la vida, aún a pesar de esa misa y esos actos que dicha institución
hace.
Porque es cierto que los extremeños, quizás por aquello de que nadie
es profeta en su tierra, somos los que más ignoramos la vida, hechos y milagros
de nuestro Pedro Garavito —que así se llamaba— y del que saben bastante más en
Brasil, donde también le tienen por celestial patrono, que en su propia tierra.
Es curioso que esto, aunque en menor medida, nos pase también con
nuestra patrona la Virgen de Guadalupe, de la que sabemos también poca cosa. Ejemplo
de ello sería que sabemos quién fue el “descubridor”
de la imagen mejicana de ella, el indio Juan Diego, pero ignoramos que Gil
Cordero, el vaquero cacereño, fue el “descubridor”
de la nuestra.
En fin, que en lo popular somos poco “santeros”, por desconocer nuestras cosas históricas a las que deberíamos
tener más afición, porque el amor parte del conocimiento.
Diario HOY, 20 de octubre de 1984
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