sábado, 18 de noviembre de 2017

El desarrollo y la motorización


Ya no hay caballeros, porque el caballo, como medio para desplazarse, ha pasado a la historia, por lo que ahora, lo único que hay es: ciclistas, motoristas, automovilistas y peatones. Cierto que lo de caballeros se usaba en un sentido figurado, porque para tener caballo —lo que implicaba unos privilegios, entre otros el no pagar impuestos— obligaba a observar el “código moral” de la caballería en socorro de los demás, como hiciera ejemplarmente don Quijote.
Ahora los motorizados, y aún los peatones, no tenemos más código que el de la circulación que no siempre se cumple, con lo que llamar caballero a alguien es ya un “dicho obsoleto”, como diría un amigo mío socialista que emplea mucho esta palabra en sus discursos.
Lo que sí es verdad es que podemos medir el desarrollo de los pueblos a través de la motorización, o del grado de ella, de los ciudadanos del país. A uno le ha tocado vivir, en este país nuestro, las distintas etapas de ese desarrollo que puede marcar la subida del nivel de vida de los españoles. Primero fue la bicicleta, más tarde llegamos a la bicicleta con motor, después saltamos al “biscúter” y la motocicleta, más tarde al turismo utilitario del que el “600” fue un ejemplo, convirtiéndose el coche —ya  de diversas marcas y tipos— hasta en herramienta de trabajo como lo es hoy en día. Cierto que la moto deportiva ha quedado, pero más como lujo, como han quedado algunos de los vehículos que marcaron esa transición, por lo que podemos medir el desarrollo de otras naciones. Por ejemplo, en Cuba y los países comunistas, el máximo lujo que se permite el pueblo es la motocicleta con sidecar, por la que también pasamos nosotros por los años cincuenta, aunque no sepamos si van a poder llegar al utilitario. Como ven, la motorización también es una forma de medir el desarrollo de los pueblos y lo que hace falta es que nos mantengamos en la escala conseguida en esa motorización, lo que cada vez será más difícil, si sube de nuevo la gasolina.
Diario HOY, 21 de agosto de 1984

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