Con el simple deseo de que la perplejidad no se tome como silencio de
aquiescencia, tenemos que tratar el tema de las reacciones en el País Vasco
ante la ofensiva antiterrorista que, a Dios gracias, nuestro Gobierno, con la
colaboración de los de otros países, está llevando por buenos cauces a juzgar
por los resultados positivos que se vienen obteniendo para erradicar esa lacra
terrorista que asola el mundo, llámese ETA, GRAPO o como quiera llamarse. La
perplejidad de los cacereños, del hombre de la calle, es la de no comprender
esas razones de protesta de partidos constitucionalmente constituidos y
aceptados por esa misma Constitución democrática que nos rige a todos,
llamémonos vascos, extremeños, catalanes o andaluces, Pero el hecho es que esas
reacciones, que desde nuestro rincón nos parecen de apoyo al terrorismo, se
vienen dando en Vasconia y nos preocupan porque allí hay muchos emigrantes
nuestros que tienen que estar sufriendo lo suyo y deben tener la misma
perplejidad que tenemos el resto de los españoles, viendo que hay manifestaciones
salvajes en apoyo de unos asesinos (llamémosle presuntos) que asolan aquel
suelo español que es Vasconia y que tratan de llevar ese mismo riego de sangre
a otras tierras españolas y a otras comunidades, y que de hecho lo vienen
llevando.
Por muy vasco que se sea, no es decente apoyar a los que asesinan a mansalva
sin más código que la metralleta y la bomba. Si los partidos vascos, que apoyan
esas manifestaciones, son aceptados como tales partidos es por esa misma
Constitución que nos rige a todos, y no acabamos de ver claro cómo no se los
pone también al margen de esa ley común, cuando al parecer hay mecanismos para
poder hacerlo. Aquí, como en la “Catilinaria”
es hora de entonar el “quosque tándem”
y no preguntarnos para cuándo se va a dejar el hacerlo.
¿Es que hay diferentes medidas para unas y otras comunidades?
Diario HOY, 17 de agosto de 1984
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