Yo no sé si de esto de la inseguridad ciudadana tiene la culpa nuestra
sociedad, o es que las leyes por las que idealmente queremos que se rija no han
dado resultado y no nos atrevemos a confesarlo así. Lo cierto y verdad es que
la delincuencia callejera de robos, “tirones”, amenazas, raterías, etc., etc.,
continúa en nuestras calles aun habiendo aumentado la eficacia de los medios
policiales que suelen localizar y detener a estos delincuente a los que en
muchas ocasiones cogen con “las manos en
la masa”, como suele decirse.
Pero lo curioso es que siempre suelen ser las mismas personas.
Reiteradamente, en los partes diarios que suelen recogerse de las comisarías,
los nombres son casi siempre los mismos. De vez en cuando salta algún nombre
nuevo, de algún maleante forastero, pero lo cierto y verdad es que aquí
mantenemos una “plantilla” en la que suelen figurar las mismas personas: una
docena escasa de nombres que traen en jaque a las fuerzas del orden en la capital
y la provincia y que siempre son los mismos. Suele darse el caso de que
habiendo sido detenido un individuo, instruidas unas diligencias, y puesto en
libertad, ese mismo día y ese mismo individuo suele cometer un nuevo delito de
este tipo, por el que vuelve a detenérsele, sin que valgan esas detenciones
para nada ya que, nada más lo sueltan, vuelve tan ricamente a hacer de la
suyas.
Hay otro caso que también aumenta el índice callejero de la delincuencia
cual son los permisos a reclusos. No hace mucho, uno de ellos en sólo cinco
horas de permiso, volvió a hacer de las suyas.
Ante todo esto, que es así, cabe preguntarse: ¿Es lícito que una
minoría conocida traiga de cabeza a la mayoría de ciudadanos honrados y a la
propia policía? Si la ley actual no da resultados, ¿cuándo se variará en
defensa de la propia sociedad que la promulga?
Diario HOY, 6 de noviembre de 1984
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