Pienso yo que la cultura no debe tener apellidos ni colores, sino ser
cultura a secas, porque si se la incardina a alguna facción deja de ser gran
cultura para quedarse en cultura coja, que no contempla el espectro universal
que la Cultura —con mayúscula— debe contemplar. Recuerdo que cuando mi buen
amigo Romano García se hizo cargo de la Institución Cultural “El Brocense”, habló de que iba a hacer
una cultura de izquierdas y yo, y otros como yo, pensamos que sería una cultura
manca, porque la gran cultura tiene dos manos y no puede seccionársele una. En
fin, esto no es nuevo y posiblemente en la dictadura de Franco se hacía una
cultura de derechas, aunque el ejemplo no nos valga cuando se ha llegado a la
democracia donde la cultura debe contemplar todos los campos, porque si no deja
de ser gran cultura que es lo que debe importarnos, y las entidades que la
promocionan no deben darle color alguno, si no quieren ofender a la otra parte
que se sentirá dolida y relegada porque la cultura en democracia debe ser de
todos. Para mí, ahora estamos promocionando una cultura folklórica del oso y la
cabra que es cultura menor, por mucho que quiera aireársela.
Viene todo esto a cuento de que en Cáceres se ha puesto la polémica
obra “Teledeum” del grupo Els
Joglars, tildada de sectaria y anticlerical, cosa que no estaría mal si no
llevara el patrocinio de algo que nos representa a todos —creyentes, no creyentes,
clericales y anticlericales— como es la Junta de Extremadura, a través de su
Consejería de Educación y Cultura y de la Dirección General de Acción Cultural
de la misma, que a mi modo de ver enseña su oreja sectaria si, como se dice,
esta obra hiere los sentimientos de los creyentes de alguna religión, cosa que
somos la mayoría de los extremeños y los españoles, es más, se dice que hasta
la propia Junta ha repartido gratuitamente entradas entre los centros de enseñanza,
cosa que de ser verdad sería el colmo del sectarismo. Conste que no digo que no
se represente el “Teledeum”, sino que
una Junta que dice representar a todos los extremeños no debe patrocinar una
obra que va a herir los sentimientos religiosos o clericales de una mayoría de
ellos, aunque divierta mucho a una minoría sectaria.
Diario HOY, 28 de noviembre de 1984
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