Una cosa que desconocen muchos extremeños es que nuestra región no
sólo fue adelantada en las empresas que podríamos llamar espirituales, como la
conquista y la difusión de la religión en América, sino también en las
conquistas técnicas de nuestro tiempo, capítulo éste olvidado, quizás porque
las primeras oscurecieron a estas segundas. Por ejemplo, en cuanto a la
utilización del automóvil, fue en Cáceres donde se matriculó el primer
automóvil de la Península, y en Cáceres donde funcionaron los primeros “taxis”, automóviles de servicio público
y en Cáceres también donde funcionó la primera línea regular de ómnibus
automóviles, entre la capital y Trujillo.
Pero esto ya lo hemos tratado en alguna de nuestras “ventanas” y lo que queremos tratar hoy
es algo que estimamos desconocido para muchos, cual es que fue en Fregenal de
la Sierra donde se instaló la primera línea telefónica rural de las españolas y
posiblemente la primera del mundo, muy poco tiempo después de que Bell, el
inventor del teléfono, hubiera hecho sus primeros ensayos en Boston. El asunto
lo recoge con todo detalle el libro editado por “Espasa-Calpe”, bajo el título “Cien
años de teléfono en España”, del que es autor Juan Antonio Cabezas.
No vamos a recoger todos los detalles que en él se especifican, pero
sí decir que el 19 de marzo de 1880, don Rodrigo Sánchez Arjona, vecino de
Fregenal de la Sierra y propietario de la dehesa “Los Mimbres”, consiguió autorización del Gobierno para instalar una
línea telefónica de ocho kilómetros, entres su finca y Fregenal, que se
consideraba como la primera línea rural del mundo y que todavía sigue instalada
allí. Tal éxito tuvo la línea que consiguió se le autorizara a utilizar las
líneas del telégrafo para conseguir comunicación telefónica con Sevilla y
Cádiz, en plan de ensayo, lo que resultó todo un éxito en pruebas que hizo los
días 27 y 28 de diciembre de 1880.
Animado por el éxito y con ayuda del ingeniero don Regino Butrón
proyectaron unir en línea telefónica nueve pueblos del partido de Fregenal y
ampliarla después a Almendralejo y Villafranca de los Barros, pero el recelo
oficial —como en tantas otras ocasiones— frenó las iniciativas de este
extremeño, adelantado de la técnica moderna, que se llamó don Rodrigo Sánchez
Arjona.
Diario HOY, 6 de abril de 1984
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