Parecía que el problema de la venta a granel de la leche había
remitido, pero ha vuelto a suscitarse con concentración, ante el cuartelillo de
la Policía Municipal, de un grupo de lecheros que claman por seguir vendiendo
su leche a granel y no tenerlo que hacer a las centrales lecheras. En este tema
ha habido muchos tiras y aflojas, suscitados por la corporación municipal
actual, al tratar de aplicar la ley que prohíbe la venta de leche a granel, por
la poca garantía sanitaria que presenta, pero “casándola” con el hacer el menor daño posible a estas pequeñas
industrias de las que viven, en Cáceres y pueblos de alrededor, un estimable número
de familias. Se han buscado diversas soluciones que no acaban de convencer a
ninguna de las partes en litigio, o que no son aplicables, ya que las centrales
tienen una concesión por un determinado número de años, que es prácticamente
una exclusiva. En el Casar, y algún otro punto, figuran cooperativas lecheras,
pero aun los miembros de ellas prefieren seguir vendiendo su leche a los
particulares que a su propia cooperativa
Pienso yo que alrededor de todo esto hay también los intereses creados
y una cierta picaresca —a la que somos dados los españoles— que son puntos a
tener en cuenta, aunque no quiero decir que esta picaresca incluye a todos,
pero sí a una estimable mayoría, picaresca de la que se debe hablar también claro.
Es clandestino vender leche a granel y esto lo saben todos los lecheros, pero
es más rentable. Las centrales y sus propias cooperativas les compran la leche
a menor precio (creo que sobre unas 36 pesetas litro, no lo sé) y les exigen unas
cualidades determinadas para tomársela, que no les exige el particular que se
la compra a menudeo y se la paga —sin tanto control— a algo así como 50 pesetas
litros (también es cifra aproximada), lo que quiere decir que a ellos les es “más desenredado” venderla sin control
sanitario y a mayor precio del que les paga la central o la cooperativa. Esto
es así de claro, para quien quiera verlo, aparte de que tenga otras
implicaciones en las que no vamos a entrar.
Diario HOY, 24 de marzo de 1984
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