Ahora estamos en lo que podríamos llamar “primavera taurina”, con las adjudicaciones de las plazas de toros
de Plasencia y Cáceres, y ello ha hecho florecer las conversaciones de bar y
tertulia alrededor del tema taurino, en las que todos coinciden que la afición
a la fiesta nacional va para abajo y alguno matiza que, posiblemente, la
afición a los toros es mayor hoy en Hispanoamérica que en la propia España,
aunque aquí la sigamos llamando fiesta nacional.
No vamos a entrar en esto que sería tema excesivamente largo, sino más
bien en que en Cáceres capital, la afición decayó en los últimos años y el
interés del pueblo se fue por otras aficiones, posiblemente por la poca
frecuencia de los espectáculos y la carestía de las entradas a los mismos. Porque
esto de la afición taurina es la pescadilla que se muerde la cola: si no hay
espectáculos frecuentes, la afición flojea y si flojea la afición el montar
espectáculos frecuentes es una verdadera aventura comercial.
Digo esto, antes de saber el resultado del concurso de adjudicación de
la plaza de Cáceres, para el que había siete ofertas, cuyas plicas no se han
abierto. No sé qué hará la propiedad de la plaza, pero hoy día, la fiesta la
manejan cuatro o seis empresas que tienen más defensas que las empresas aisladas,
Hay una cosa cierta, que sale ahora a colación, y es que en Cáceres,
cuando más popularidad tuvo la fiesta fue cuando la montaba Canorea,
propietario de otras plazas, entre ellas la de Sevilla, que tenía sus toreros
propios que los rotaba por las plazas de su propiedad consiguiendo abaratar
entradas, y aún hacer abonos en las plazas más pequeñas, cuyas pérdidas podía
enjugar con las grandes. Entonces subió la afición en Cáceres hasta el punto de
celebrarse tertulias taurinas que radiaba una de nuestras emisoras, siendo
nuestra afición envidiada por aficionados más tradicionales, como la propia de
Salamanca. Se debía ello a la frecuencia de novilladas, festejos y toros, que
podían verse a precios asequibles. Esperemos que en este caso la propiedad acierte
y la empresa también, para resucitar la afición perdida.
Diario HOY, 23 de marzo de 1984
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