(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Hay cosas inmediatas que suelen olvidársenos y que, sin embargo, en su
momento fueron temas apasionantes. Una de ellas ocurrió por los meses de mayo y
junio de 1975, cuando nuestro Ayuntamiento de entonces “regaló” a Bellas Artes una calle de Cáceres. Se trataba —y los cacereños
lo recordarán— de la mal llamada callejón del Gallo, que siempre se llamó calle
de la Portería, pero a la que el jefe de protocolo de aquel entonces, Juan
Ramón Marchena, encargado de las nominaciones de calles, le cambió el nombre,
posiblemente porque le gustaba más ese otro. Volviendo a la historia y dejando
el nombre aparte, resulta que se estaba transformando el Museo de las Veletas y
esa calle, en un lateral del museo, venía muy bien a éste para ampliarlo,
porque al no haber casa ninguna en ese callejón era un depósito de suciedades.
Así debió pensarlo nuestro alcalde de entonces, don Alfonso Díaz —que dicho sea
de paso tuvo sus muchos aciertos y algunos desaciertos— y sin encomendarse a
nadie tapió con la intención de donarla, aunque fue tal el escándalo que armó
el pueblo (gracias a los medios informativos de entonces y aun a pesar de la
censura) que el “regalo” hubo de
deshacerse, se quitó la tapia, y la calle volvió a su antiguo dueño, que era el
pueblo, con el que no se había contado.
Es curioso saber que esto no era nuevo en Cáceres, donde de antiguo
hubo algunas donaciones o cesiones, en las que el pueblo no pió. Esta es la
razón de que algunas de nuestras calles del barrio viejo no tengan salida. Por
ejemplo, a ustedes les habrá llamado la atención el que haya una calle en
Cáceres que se llama plazuela del Aire, y que de plazuela no tiene nada, ya que
se trata de una calle estrecha. ¿Qué pasó con la plazuela? Simplemente que a
principios de siglo se tapió y se la incluyó en el convento que existe en uno
de sus laterales, el de las Hermanas de la Caridad, dejando de ser plazuela
para convertirse en estrecha calle, aunque el recuerdo de lo que fue ha
pervivido en el cartel que la nomina. Más casos hay y algún día volveremos
sobre ellos.
Diario HOY, 20 de junio de 1984
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