Nuestra región es una región sumisa y paciente, aunque no temerosa o
indiferente como bien señaló el presidente de nuestra autonomía, Rodríguez Ibarra,
en el discurso de salutación recientemente al vicepresidente del Gobierno
Alfonso Guerra, en su visita a Cáceres. Yo estoy de acuerdo en esta definición
aunque tenga que reconocer que no es la que mejores resultados nos ha dado a lo
largo de la historia. Es cierto que el extremeño es un hombre ponderado y
paciente, como lo es nuestra propia región, que espera la justicia que los
demás puedan hacerle en el reconocimiento de estas virtudes, pero
desgraciadamente este reconocimiento no suele llegar nunca si uno no lucha por
ponerle de manifiesto.
Aquí seguimos pensando eso de que “el
buen paño en el arca se vende”, que puede ser cierto muy a la larga, pero
que no lo es de momento, cuando otros paños de peor calidad te los meten por
los ojos, sin dejarte abrir ni siquiera el arca donde está el tuyo.
Viene todo esto a cuento de la reestructuración que se está intentando
hacer de la RENFE, de la que me hablaba un amigo entendido en la materia que me
decía: “Desengáñate, que si los que han
de hacerla tienen que suprimir, por ejemplo, quinientos kilómetros de
ferrocarril, lo harán en las regiones o tramos en donde las gentes no
protesten, aunque haya razones suficiente como para mantenerlos; pero huirán de
las regiones que puedan montarle “el pitote” si les tocan un tramo de su
ferrocarril.”
Creo que tiene razón mi amigo, porque en la política —y esto lo es— se
atiende a los que más chillan tengan o no razones para chillar; el que no
chilla, por muchas razones que tenga, será el que se quede siempre en la cuneta
de la espera, por muy cargado de razones que esté. Si lo quieren ustedes,
podemos decirlo con el refrán de que “el
que no llora no mama”, que es más rotundo y que se entiende mejor. La cosa
es para meditarla.
Diario HOY, 22 de marzo de 1984
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