Aunque esto es ya historia, lo he recordado ahora. Me lo contó un
testigo presencial: cuando recién terminada la guerra civil se hacían aquellos
consejos para nombramiento de los primeros ministros de Franco presididos por
el propio general, en uno de ellos se propuso al cacereño, que fue don José
Luna Meléndez —el célebre “capitán Luna”— para que ocupara la cartera de
Agricultura. Él era entonces consejero y vicesecretario general del Movimiento.
Pues bien, su reacción fue levantarse muy enfadado y preguntar más o menos: “¿Y
por qué queréis hacerme a mi ministro de Agricultura…? ¿Por qué tengo un huerto
en Cáceres…? ¡Pues así anda todo! Qué se yo de agricultura; qué sabe éste (y
señalaba a uno de los ministros) de obras públicas y aquel otro de
industrias…”; y así fue repasando las distintas carteras ministeriales para
acabar rechazando la proposición y hasta largarse de la reunión con un portazo.
Mi recuerdo viene por los recientes nombramientos del nuevo Gobierno
en el que pueden verse algunos ministros que, como en la baraja, sirven de “comodín” para todo, como podría ser el caso
de don José Luis Álvarez, que lo fue de Transportes y que ahora pasa a ser de
Agricultura, Pesca y Alimentación…
Yo no sé si don José Luis tiene un huerto en Madrid, o una
piscifactoría, o un comercio del ramo de la alimentación, pero “me suena” —y
ojalá me equivoque— a que sabe bastante menos de agricultura que sabía el
fallecido “capitán Luna”. En fin, el tiempo nos lo dirá y lo que no hizo este
ministro en el transporte, andando el tiempo, puede que lo haga en agricultura,
pesca y alimentación. De los demás —y recojo lo que en la ciudad ayer se decía—
hay que esperar que se enteren pronto de su papeleta y no volvamos a tener que
“tejer y destejer el velo de Penélope” explicándole por ejemplo al señor Mayor
Zaragoza —ministro de Educación— porqué Cáceres y Badajoz piden nuevos centros
para su Universidad; por qué la Diputación de Cáceres ha ofrecido fincas y
dinero para la de Veterinaria, etc., etc., y así con otros ministerios y otras
carteras.
Lo que sí se aprecia en la nueva lista es que la mayoría de ellos han
pasado por Hacienda, por la RENFE y muchos son abogados del Estado. A este
respecto recuerdo lo que decía Azcárraga cuando, siendo gobernador civil de
Cáceres, se puso también en moda nombrar abogados del Estado para estos cargos:
“Yo pienso, —eran las palabras de Azcárraga— que en la nueva definición de
Dios, entre sus atributos de Principio y Fin de todas las cosas, Omnipotente,
Omnipresente, habría que agregar: y Abogado del Estado…”
Ya veremos que os sale de este “melón cerrado”.
Diario HOY, 3 de diciembre de 1981
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