Hoy que festejamos a San Blas en sus vísperas es oportuno decir que
nuestro pueblo ha sido un poco “veleta” en el transcurso de los siglos con sus
devociones y patronazgos religiosos, porque no siempre nuestro pueblo tuvo
devoción a los mismos santos y en esto hubo temporadas en que unos estuvieron
de moda y otros que lo estuvieron cayeron en desuso.
Desde luego, la devoción más constante ha sido a San Jorge, al que se
aclamó por Patrono una vez tomada la villa, allá por el siglo XIII, pero la
devoción a este santo se ha compartido con otras de las que el cacereño actual
no tiene noticia, pero que nosotros —siguiendo a viejos historiadores locales,
porque aquí no inventamos nada— le vamos a dar.
Uno de los santos que estuvo en “candelero” durante muchos siglos fue
Santo Toribio de Liébana, cuya ermita estaba más allá de “Monte Abuela”, en la
finca conocida por “Pontefuera”, donde hubo hasta pueblo. Allí acudía en romería
nuestro ayuntamiento los días 16 de abril de cada año; pero de aquello no queda
ya casi memoria. A Santa Catalina se la llegó a llamar “abogada de la noble
villa de Cáceres”, pero también se perdió memoria; también fuimos devotos de
San Gregorio, con cuyas aguas milagrosas se regaban los campos cuando había
plaga de langosta (como anticipo a los actuales pesticidas). Los mártires San
Fabián y San Sebastián fueron nombrados patronos de Cáceres por acuerdo del
Ayuntamiento de 21 de agosto de 1620. Por imposición del rey Felipe II, en real
cédula de 28 de junio de 1643 —dicho sea con perdón— se nos nombró Patrono de Cáceres
a Santiago.
Hubo devociones diversas a la Inmaculada; a la Virgen del Vaquero, que
es la de Guadalupe, desde 1668; a la del
Rosario, a Nuestra señora de la Piedad, pero del 1743 al 1747 quien privó fue
el Niño de la Congregación, cuya imagen está aún en San Mateo, que compartió la
devoción con el Nazareno. La devoción a la Virgen de la Montaña es
relativamente nueva, ya que hasta 1776 no pidió el Ayuntamiento que se la
declarara copatrona, cosa que confirmó el Papa Pío X, en 2 de marzo de 1906.
Visto esto, y con la mano en el corazón, tenemos que decir que nuestro
pueblo en sus devociones fue un poco “veleta”.
Diario HOY, 2 de febrero de 1982
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