En el pueblo próximo de Casar de Cáceres, que es sumamente tradicional
en el habla, conservando palabras que en otros sitios se han perdido, se
emplea, en plan de broma y sin ánimo de ofender, la palabra “jeyondo” o
“jeyonda” de forma cariñosa, aunque el origen de esta palabra sí que era
ofensivo, puesto que significaba maloliente, apestoso.
Vamos a entretenernos en buscarle su origen a esta palabra,
transformada ya, pero que figura en el diccionario de la lengua como “hediondo”
o “hedionda”, que procede del latín “foetebundus”, que es un adjetivo que
significa “que arroja hedor”. “Heder” —también palabra castellana— viene del
latín “feder”, y significa “arrojar de sí un olor muy malo y penetrante”. Visto
esto, diremos que la palabra casareña “jeyonda”, transformada en su
significado, se emplea más en plan de broma, cariñosa, habiéndose olvidado su origen
de “apestoso”, “maloliente”.
Pues bien, estos días que uno ha frecuentado fiestas más o menos
privadas, en las que se ha bailado de todo, sobre todo entre la gente joven, se
ha bailado —cómo no— “Los Pajaritos”, que si ustedes recuerdan es una canción
que se baila en corro, imitando las actitudes de los pájaros, moviendo el
“pico”, “la colita” y levantando los brazos en forma de aletear como los
propios pájaros… Pues bien, utilizando una frase del humorista Forges, les
diremos que a casi todos los “bailantes” y “bailantas” “les cantaba el alerón”
de forma insoportable, o sea, que “les había abandonado el desodorante, o no
les había visitado siquiera”. El baile era gracioso, pero insoportable para un
local cerrado, y nos acordamos de la palabra casareña, apuntando alguien: “Este
es el baile de los jeyondos.”… Y tenía razón.
Lo que es inconcebible es que con todos esos productos que anuncia la
“tele”, las duchas y baños que hay —más o menos— en todas las casas, haya tal
abandono por el aseo personal… Prueba también de lo que decimos son esas
“plagas de piojos” que se han vuelto a ver en las escuelas y que son
preocupación de muchos padres y maestros… ¿Es que nos hemos vuelto más guarros?
(dicho sea hablando claro y sin rodeos)… En fin, que ahora cabe lo de la novia,
que, insinuando el regalo de un collar, decía al novio: “Tráeme algo para el
cuello.” Y él fue y le regaló una pastilla de jabón… En fin, que hay más
“jeyondos” y “jeyondas” de lo que parece a primera vista.
Diario HOY, 5 de enero de 1982
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