(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)

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Kamamuri antes de ser enterrado |
A este respecto recordaba a un faquir que cuando yo era niño estuvo
por Cáceres y vivió entre nosotros, produciendo el asombro del que hablo, sin
que pudieran explicarse bien las cosas que hacía. Fue un tipo popular, que
usaba larga melenas y se hacía llamar “Kamamuri”. Es más, en el Cáceres de mi
niñez quedó el dicho, para el que tenía el pelo abundante y greñudo, de pareces
un Kamamuri, ya que hasta tanto llegó su popularidad. Recuerdo, asimismo, que
tenía una pantera o gato grande, con el que se enterraba en la arena de la
plaza de toros, se hacía todo el espectáculo sobre su improvisada fosa y tras
ello se le desenterraba y salían, vivitos y coleando, tanto la pantera como “
Kamamuri”, sin que ello tuviera explicación lógica. La verdad es que los
cacereños no se lo tomaron muy en serio y malvivió en una posada, teniendo que
sacrificar el gato —para vender la piel— y allegar algún recurso a su pobre
vida... Pues bien, a todo eso que aquí no le dimos importancia, tuvo luego
resonancia nacional cuando “Kamamuri” se trasladó a Madrid para trabajar en el
circo Price, donde hacía estas y otras cosas espectaculares y donde se dice que
alcanzó fama y dinero. Lo que pasó después con el faquir en cierto modo
cacereño —por el mucho tiempo que aquí vivió— lo desconozco, aunque tengo
entendido que le cogió la Guerra Civil en Madrid y desapareció como tantos
otros... ¿Tenía o no tenía truco lo que hacía “Kamamuri”? ¿Tiene o no truco lo
de la parapsicología? Son estas preguntas que para mí siguen sin contestación.
Diario HOY, 5 de noviembre de 1981
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