viernes, 21 de julio de 2017

Señalando y no juzgando


Mi buen amigo guadalupano, Rodríguez Gamino, en “Opinión ciudadana”, publica una carta en la que se muestra en desacuerdo con lo dicho en una  “ventana” al referirnos a quien fue Gómez Becerra, en el afán de que los cacereños —o algunos de ellos— conozcan aunque sea una brevísima biografía de los personajes que nominan nuestras calles. Según Gamino, él hubiera destacado lo que podríamos llamar la parte negativa de Gómez Becerra, ya que fue ministro con Mendizábal, el de la desamortización de los bienes del clero, expulsión de las órdenes religiosas, etc… Pues bien, yo pienso que los hombres que pasaron ya a la historia, y aun los vivos, somos un amasijo de luces y sombras y tenemos nuestra parte buena y nuestra parte mala,  siempre según quien nos juzgue, pero el hecho es que Gómez Becerra, que debió tener como él señala, su parte negativa, tuvo también su parte positiva que por aquello de paz a los muertos yo preferí destacar, por pensar que en un tribunal superior al que podríamos formar Gamino y yo, ya habrá sido juzgado con bastante más acierto y generosidad que nosotros podríamos hacerlo.
Tenga en cuenta mi amigo que esta sección no trata de suscitar polémicas sobre las actuaciones políticas de los personajes del callejero, ni juzgarlos sino dar una breve noticia de ellos para que el cacereño actual tenga algún conocimiento histórico en que se movieron. El que quiera profundizar —como él hace— que profundice y juzgue por su cuenta, cosa que me parece buena y aun democrática, pero el hecho es que aquí hay una calle nominada con su nombre y no podemos ignorarlo. Si fue justo o no ponerlo, tampoco es cosa mía. Pienso, no obstante, que los cristianos y católicos debemos ser generosos y sabe perdonar la parte negativa, las debilidades, que tuvieron nuestros antepasados y precisamente esta es una de las prerrogativas más difíciles de cumplir de nuestra religión, como es  dificilísimo el poner la otra mejilla…, pero la religión se acepta como es o no se acepta… ¿Podríamos tener la evidencia de que Gómez Becerra no se arrepintiera de lo hecho, o el propio Mendizábal, o los tenemos que declarar “personajes malditos” y hasta no nombrarlos?... En fin, para no alargar más este asunto, creo que el hecho de habérsela “jugado” por sus paisanos y estar por ello aún ante un pelotón de fusilamiento… bien merecía la calle, que era en definitiva lo que veníamos a decir, su parte negativa ya habrá sido juzgada y posiblemente perdonada, pero eso no es cosa nuestra.
Diario HOY, 14 de noviembre de 1981

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