A uno le asombra que oficialmente Francia siga siendo “amiga nuestra”,
pero que los agricultores franceses no lo sean y aún que estén tan
“incontrolados” (en una nación donde se controla todo), que cuarenta de ellos se
permitan volcar seis vagones de un tren con productos españoles e incendiar
otro de ellos. Pienso yo que si esto lo han hecho sólo cuarenta personas, por
muy fuertes que sean, han conseguido una “plus marca” en cuanto a fortaleza y
aún empecinamiento se refiere No es la primera ni será la última vez que esto
sucede y, tras lo sucedido, nuestro Gobierno y el Gobierno francés (no importa
su color, porque esto viene de antiguo) se darán amplias explicaciones, se
arrancarán unas indemnizaciones, pero el hecho de que los agricultores
franceses van a seguir haciendo lo que les venga en gana ahí ha quedado, por
muchos besos, apretones de manos, indemnizaciones y notas que nos ofrezcan los
franceses a nivel oficial.
Si los españoles —y lo digo porque estamos en una zona de
posibilidades agrícolas que andando el tiempo puede sufrir las mismas
consecuencias que sufren otras zonas exportadoras de nuestra nación— no
buscamos fuera de la esfera oficial de nuestro Gobierno otras medidas
compensatorias vamos a “ir de costado”, como suele decirse. Volverán a ocurrir las mismas cosas, volverán
a pedirse y dársenos explicaciones y nuestros productos no pasarán por suelo
francés mientras las medidas que aquí tomamos no alarmen a todos los franceses.
No pido represalias, sino que en conciencia obremos cada cual con los franceses
como ellos —o un grupo de ellos— obran con nosotros, para que los franceses
sensatos —si los hay— tomen cartas en este asunto que no es capaz de resolver
su Gobierno ni el nuestro. Una de las medidas particulares que yo vengo
haciendo desde que comenzó esto —y aunque a nadie importen— es no consumir
productos franceses y procurar no viajar a Francia, para no dejarles mi dinero…
Es lo único que puedo hacer, pero si muchos me imitaran sería una forma de
presión.. Como sería, si yo fuera alcalde de Cáceres —que no lo soy— la de
darle un frenazo al hermanamiento de nuestra ciudad con la francesa “La Roche”,
porque etas buenas gentes —si lo son— tomaran también cartas en el asunto, ya
que más “hermanos” que los del vínculo del “jumelaje” son nuestros
conciudadanos perjudicados… o corremos el peligro de tener dos clases de
“familia”: “La familia y la puñetera familia”… y perdonen la licencia.
Diario HOY, 16 de enero de 1982
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