La primera película que se filmó en Cáceres —al menos de la que yo
tengo conocimiento— se titulaba “Agua en
el suelo” y fue su protagonista la actriz Maruchi Fresno, tras de la que
andábamos la chiquillería de aquel entonces para pedirle autógrafos por aquello
de haber estado cerca de una “peliculera”.
La verdad es que entonces no teníamos libretas de colecciones de autógrafos,
como tienen los jóvenes de ahora, y lo del autógrafo era materia secundaria
porque de lo que se trataba era de estar cerca de la actriz y “fardar” contándolo a los demás; así pasó
que mi buen amigo Tomás, otro chaval de aquel
entonces, se puso en la cola de
los autógrafos y cuando le llegó el turno no tenía más que un papel de
servilleta arrugado para que firmara la artista, por lo que, tímidamente y
respondiendo a la extrañeza de ella, le dijo algo así como: “Fírmemelo aquí y luego ya lo pasaré yo a
limpio.” Pero, anécdota aparte, diremos que la película no fue gran cosa y
hasta pasados muchos años no volvió a utilizarse el Cáceres monumental como “plató” de cine. Recordando de memoria,
las películas filmadas aquí que más éxito obtuvieron fueron “La fierecilla domada”, protagonizada por
Carmen Sevilla y Alberto Closas; “El
Tulipán Negro”, protagonizada por Alain Delon, al que el pueblo
simplificando la llamaba “Dilín-Dilón”;
“Pedro el Cruel”, y alguna otra más.
No obstante, la que tuvo como motivo un personaje y un protagonista cacereño,
fue dirigida por Ana Mariscal, titulada “Segundo
López, aventurero urbano”, que lanzó al séptimo arte al constructor
cacereño, ya fallecido, Población. Hubo otras filmaciones más, de éxito más
discutible, como “La cuarta carabela”,
La lozana andaluza” y, entre las
series televisivas habría que recordar “El
pícaro”, “Cervantes” y la que se
filma ahora, “La Celestina”, entre
algunas otras con mejor o peor fortuna.
Con todos estos rodajes, y algunos más que se nos olvidan, había
materia suficiente como para haber hecho una indudable propaganda turística a
Cáceres, pero suele suceder que en los repartos se suele olvidar el poner: “Exteriores rodados en Cáceres”, como se
ponen en otras muchas poblaciones con bastante menos motivos. Yo no sé cómo
podría obligarse a ello pero pienso que el Ayuntamiento, al dar los permisos
oportunos, debería exigir esa especie de “marca
de origen” que a la larga nos beneficiaría.
Diario HOY, 18 de octubre de 1981
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