(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Ya que lo tenemos en puertas, parece casi obligado hablar de la
“Candelaria” y de la romería de San Blas, tradiciones que se dan unidas en
Cáceres, los días dos de febrero de cada año,
desde tiempo inmemorial.
La ermita de las Candelas está situada entre la calle de su nombre y
la de la Consolación, que baja desde la plaza de Santa Clara, y aunque
permanece cerrada todo el año, era tradición el abrirla para la misa de las
Candelas y la procesión con la Virgen alrededor de la ermita. Este año cambia
un poco la tradición, porque habrá procesión hasta San Mateo, donde se dirá la
misa. La ermita es antiquísima y estando ya perdida y en ruinas, cuando don
Emeterio Hierro era párroco de San Mateo, se hizo la restauración que la dejó
como está actualmente, sin lo más típico de ella que era el soportal. Por
cierto, en este soportal y según he oído referir a los más viejos de Cáceres,
solía abandonarse a los niños expósitos, práctica de la que no conozco más
datos. Era una de las ermitas tradicionales de la entrada al viejo Cáceres y
formaba un verdadero rosario con otra desaparecida como la de ‘El Humilladero”,
que estaba donde hubo una fábrica de harinas, la de San Idelfonso, hoy
convertida en garaje particular, en la rinconada de la calle Consolación, y más
lejana, la del Espíritu Santo, actualmente convertida en parroquia... porque
ésta fue durante muchos siglos la entrada principal de Cáceres que enlazaba con
la Ruta de la Plata hacia Mérida.
La otra ermita, hoy parroquia, la de San Blas, cuenta más de cinco
siglos de existencia, y en ella es donde se hace la romería de las Candelas, en
las vísperas de San Blas. Se convirtió en parroquia en 1959, siendo su primer
párroco, el actual, don José Reveriego, que la restauró en 1961, adicionándole
otros edificios en 1967. Su último mayordomo fue don Domingo Muriel Espadero,
que ejerció el cargo 52 años, y murió a los 90 años, un uno de junio de 1981, y
supo mantener estas tradiciones que aún celebramos.
Realmente esta romería, una de las últimas cacereñas, marcaba la
entrada del Carnaval y desde antiguo, la bajada a ella era como un pórtico a
esta fiestas profanas que, si hoy han desaparecido, tuvieron su mucho arraigo
en Cáceres en pasados tiempos... Ha quedado el tipismo que a nuestro juicio,
merece ser conservado por ser una de las últimas tradiciones cacereñas.
Diario HOY, 31 de enero de 1982
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