Yo no sé si ustedes conocen que, en la jerga que ahora se usa, el
llamarle a uno “carroza” equivale a llamarle anticuado, fuera de uso, trasto
viejo; y que esa es la designación que comenzaron a manejar los más jóvenes
cuando se referían a personas de mayor edad que ellos. Pero como esto de la
edad se “cura “ con los años y es siempre relativo, yo puedo decir que he visto
a niños de diez años llamarles “carroza” a los jóvenes que cuentan sólo
diecinueve años… Pero en fin, es una palabra que ha pegado y que no cae tan mal
a los ya maduros, muchos de los cuales se autodenominan “carrozas”, por lo que
la juventud hubo de inventarse otra palabra más “hiriente” con la que se
designa a los que son mayores que los carrozas, que es la de “retablo”. Normalmente
suele decirse: “Ese, más que carroza es un “retablo”, con lo que yo quiero
pensar que se aplica a los que habiendo pasado de “carroza”, son más
“venerables” aún por su edad.
Dicho esto, diremos que en Madrid —donde se aprovecha todo— han
surgido una serie de clubs o bares que en sus propagandas dicen que son para
“carrozas” y “carrozones”, donde la música es suave, se canta y se bailan
tangos, valses o pasodobles y otras series de músicas y canciones melódicas de
los años 50 al 60 que, quiérase o no, han vuelto a ponerse de moda Pero lo
curioso de estos sitios es que no sólo van a ellos los verdaderamente
“carrozas”, los que por su edad pueden tener nostalgia o evocación por la
música ida, sino los más jóvenes que se complacen en participar también en
estos sitios tranquilos, lejos de los establecimientos ensordecedores donde
música y ruidos se mezclan en un verdadero “pandemónium” que comienza a pasar
también, por incómodo.
¿Qué viene pasando para que suceda esta revolución? Mi teoría —que se
la digo en cuatro palabras— es que todas las postguerras engendran un deseo de
aturdimiento del que no puede estar excluida la música. Así, en la postguerra
del 14 surgió —como música revolucionaria— el “charlestón” y otros ritmos que
tuvieron su momento, relacionados todos son la percusión del “jazz”… y luego
pasaron, para volver a las melodías. Ahora, tras la última postguerra de los
años 40, ha vuelto a surgir el mismo fenómeno, con el “twist”, el “rock” y
otros ritmo que comienzan a parar, para volver a la melodía. En fin, que en la
noria de las generaciones vuelven —queramos o no— los mismos “canjilones” que
se fueron.
Y con lo dicho, apuntamos para los industriales del ramo, la idea de
montar, más que los bares y clubs de ruidos, ya pasados, los propios para
“carrozas” que a nuestro juicio son los que van a pegar.
Diario HOY, 15 de enero de 1982
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