(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Hay tradiciones que no sé yo si por desgracia —o por fortuna— acaban
perdiéndose. En Cáceres, y supongo que en otros puntos de España, por estas
fechas de la festividad de los Santos Difuntos era obligado el poner en el
teatro El Tenorio, que se veía de año en año como si se tratara de algo nuevo.
También por estas fechas los periódicos locales —al menos los cacereños— hacían
unos reportajes sobre los difuntos, el cementerio, los epitafios de las lápidas
y otros temas que se enfocaban casi siempre por el lado romántico. Quizá el
periódico que rompió esta tradición, aunque la siguiera, fue el que se
publicaba en Cáceres a finales de siglo bajo el titular de El Gazpacho. Este
periódico tuvo mucho predicamento y sus números se agotaban; era un periódico
de humor y tuvo que tratar con humor estos y otros muchos temas. Precisamente su
número de 4 de noviembre de 1894 —ya ha llovido desde entonces— recogía unos
“epitafios” lapidarios que hicieron las delicias de nuestros antepasados y en
los que vamos a “espigar” algunos para que ustedes tengan una muestra. Ahí va
un ejemplo:
“Aquí yace un concejal
que pasó a vida mejor
porque le llamó el Señor.
pero le llamó ¡animal”!
La publicación era de tendencia liberal y, como era lógico, desfogaba
su humor contra el otro partido, o sea, el conservador. Por lo que siendo el
presidente de la Diputación conservador, incluía otro “epitafio” que decía:
“Aquí yace un empleado
de nuestra Diputación:
falleció de indigestión
después de haber almorzado
con Sánchez el anfitrión.”
Ni que decir tiene que el Sánchez aludido era precisamente el
presidente de la Diputación. Y para cerrar la muestra de estos entretenimientos
de temporada que ofrecían los periódicos, ofrecemos el siguiente:
“Aquí yace un usurero
que prestó al ciento por uno
y pasó por caballero
siendo un criminal y un tuno.
Con la capa de hombre honrado
fue un verdadero ladrón,
y altos puestos ha ocupado
dentro de nuestra nación.”
Como verán, ingenio no faltaba a la publicación que hacían, según su
propia “mancheta”, varios cocineros de la capital aderezándola con cierta
pimienta.
Diario HOY, 4 de noviembre de 1981
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