El alcalde está buscando nuevo lugar para instalar en él la Casa de
Socorro y se está tropezando con grandes inconvenientes para encontrarlo. Como
se sabe, actualmente la Casa de Socorro —que depende del Ayuntamiento— se
encuentra instalada en un local cedido por el Hospital provincial —que depende
de la Diputación—, y como este organismo está reestructurando el Hospital,
necesita de todas sus dependencias, por lo que en cierto modo “ha desahuciado”
a la Casa de Socorro, ya que las obras del Hospital —al decir del presidente de
la Diputación— están interrumpidas en espera de que este organismo se traslade.
No queremos decir con esto que don Jaime vaya a plantear un desahucio
judicial, pero cada dos por tres le recuerda al alcalde el compromiso de
trasladarla cuanto antes y el alcalde está agobiado. Ayer mismo nos lo confesaba:
“No encuentro un edificio que reúna condiciones para el traslado y
estoy francamente preocupado.” Sin duda la Casa de Socorro cumple una finalidad
y hay que mantenerla y hasta se da el caso que, como se sabe que hay que
trasladarla, las instalaciones actuales cada día se están deteriorando más, y
ni el Ayuntamiento tiene local apropiado, ni hay quien le arriende uno con esa
finalidad.
Es lástima que la Casa de Socorro tenga que dejar la proximidad al
Hospital, que era una indudable ventaja con que ahora contaba, pero así están
las cosas y antes han estado bastante peor que ahora. A este respecto recordamos
cuando estaba instalada en un viejo edificio de la Calleja de la Machacona, al que las corporaciones
de aquel entonces no le prestaban mucha atención, y recordamos asimismo la
valentía de su médico director de aquel entonces, don Fernando Arribas Borrego
—fallecido ya— que, harto de que los alcaldes de entonces le dieran largas en
cuanto a las peticiones que hacían para que se adecentara el centro, hizo unas
declaraciones a la prensa poniendo de manifiesto las condiciones antihigiénicas
en que se movía dicha institución y manifestando el nulo caso que la
Corporación le hacía. Eran otros tiempos y aquella valentía del doctor Arribas
le acarreó muchas incomodidades que supo sufrir calladamente, pero que dieron
como resultado el que la institución se trasladara donde hoy está y se
adecentara. Él supo “jugársela” en
beneficio de la institución que dirigía y
ello es cosa que debiéramos haberle agradecido todos los cacereños. Pero eso
son aguas pasadas —aunque justo sea poner las cosas en su punto—. Ahora,
tras unos años de buen funcionamiento,
la Casa de Socorro tiene la necesidad de un nuevo traslado; esperemos que el
actual alcalde acierte… y si alguno puede echarle una mano, que lo haga.
Diario HOY, 15 de octubre de 1981
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